Los Figueroa de la Cruz, Marqueses de la Balconada y mis padres, para más señas, son una pareja de alto standing, ricos en patrimonio y blasones. De forma natural, han seleccionado su especie durante generaciones. Son de aspecto escandinavo, pero oriundos de Cáceres. Ellos y los Borbones, muy a mi pesar, elevan la altura media nacional.
Quizás por ser la primogénita de la familia, quizás por compartir como morada la misma casa palacio, quizás por vivir en primera persona el grado cero de empatía de mis ascendientes, o quizás por todo ello, siento la necesidad de relatar mi vida. Según me cuentan, cuando nací mis congéneres se quedaron perplejos y estupefactos. ¡Oh, Dios mío! decían, ¡qué morena!, ¡qué cabeza!, ¡qué cetrina!, ¡qué pequeña! Para romper el hielo, mi tía Asunción de la Cruz López-Aguirre, murmuró: no preocuparos, hasta la duquesa de Alba tuvo un hijo rechoncho y moreno. Aunque, entre sonrisas irónicas refirió comentarios acerca de que era hijo de un bailaó flamenco, nada que ver con su sangre aristocrática.
Me pusieron de nombre Inmaculada Concepción, seguramente para que fuera casta y pura y no se me ocurriera tener descendencia. A la edad legal estipulada me escolarizaron en el convento de las clarisas pero, ante la burla generalizada de mis escogidas compañeras, mis padres optaron por recluirme en el palacio y recomendaron mi educación a tutores de reconocido currículum. Desde entonces vivo encerrada. Toda mi familia me oculta y se sienten avergonzados. Mañana cumplo 25 años. Mi vida en soledad ha sido triste y quiero acabar con ella. El domingo próximo, cuando mis progenitores acudan a recibir, lo que ellos llaman, el cuerpo de Cristo, yo pondré fin a esta existencia sin sentido. Y todo por mi trastorno genético, por la mínima longitud de mis extremidades, por mi metro y cuarto de altura. Todo por ser diferente. Todo por ser enana.
Esperando el día fijado, hice el último intento de sentir, de ser feliz y … me compré el afamado Satisfyer. Mi vida dio un giro inesperado. Como inesperado fue el cambio de planes. En vez de suicidarme, me fugué. En el palacio dejé atrás mi abolengo y todas mis pertenencias. Dejé atrás todo menos el placentero artilugio, que merece capítulo aparte.
21/01/2021
Singular el texto. La ironía y el humor prevalecen en el desenlace dejando ese regusto a tanta "ceremonia y pompa" de la vida. Un placer leerte.
ResponderEliminarInicio atractivo y el resto vas contando con expresividad hasta el desenlace que es singular y divertido
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