VERBIGRACIA. Yayo Gómez

  Manolo, yo creo que es su letra, este niño es un ignorante, que te lo digo yo. Si no quiere estudiar, que trabaje. No te fastidia. Ya le aconsejé que se cultivara, que leyera, pero es un zopenco. Hoy no ha venido a comer y en el buzón, mira lo que he encontrado:   Echar con h, plaza con s y ya de tildes, ni hablamos… ¡Qué vergüenza! C uando vuelva, le mandaremos copiar cien veces la nota corregida del rescate.      01/07/2022 Ganadora de Cádiz 3ª edición Concurso microrrelatos Fuentes de Agua y luz. Aguas de Cádiz

     

Hay gente sabia, opinadores profesionales, que lo mismo entienden de la guerra de Ucrania que de la justicia social. Están en los debates televisivos, en la radio y en los congresos organizados al efecto, con hotel, borrachera y visita a bodega, incluidos. Ellos también dominan los entresijos de la felicidad, por lo visto. Me llama la atención un conocido político, otrora Ministro de Exteriores, que a sus setenta y muchos años, se ha convertido en un personaje omnipresente, menos en el Parlamento Europeo, por cierto muy bien remunerado, está en todos los foros, y justo lo he elegido de confidente debido a su notable grandilocuencia. Como no tengo oportunidad de hablar personalmente con este señor, me he tenido que gastar una pasta en el Congreso del Bienestar que se organiza en mi ciudad este fin de semana.      Aprovechando el primer debate, me lancé y, a modo de pregunta, empecé a exponer mis inquietudes: Le pongo en antecedentes, señor parlamentario europeo, o lo que sea. Como

Me he propuesto dos objetivos prioritarios en mi vida: uno físico, andar una hora al día, y otro emotivo-conductual, intentar comprender a los demás; a este segundo propósito le dedicaré tan solo media hora, porque me imagino que debe ser mucho más estresante. Así es que todo va de zapatos, porque para el maratón diario me pondré mis zapatillas de running y para practicar la tolerancia me pondré en los zapatos de los que me rodean. En este tema tengo un problema adicional: ya de entrada, soy adicta a los zapatos. Tengo un armario a rebosar, los clasifico por temporadas: de invierno, verano y entretiempo; también por estilos: deportivos, casual, tacón, planos y, si me apuras, por colores: negro, marrón, colores vivos o simplemente nude . El calzado puede llegar a obsesionar, desde Cenicienta al fetichismo moderno, hay toda una gama. Parece que la mayoría de la gente, cuando ve por primera vez a una persona, se habría de fijar en la mirada o la sonrisa, por no entrar en detalles m

Hay novelas livianas, de personajes que solo buscan recrear su rutinaria cotidianidad y novelones de peso, con verdaderas sagas familiares que afrontan incontables hazañas para sobrevivir a sus desgracias. Hay braguitas, tangas y culottes que están de moda y te hacen sentir más erótica y sensual, y bragas de mayor, con refuerzo y felpa, que te protegen de roces y picores. Podría resultar interesante comparar la necesidad de leer un libro que te apasione, con el hecho de ponerte unas bragas que te proporcionen comodidad y bienestar. El libro entra en contacto directo con tu imaginación y con tu sentido de la belleza, mientras que la referida prenda toca otros puntos no menos importantes y placenteros de la vida. Tienen algo en común: sin los dos podemos vivir, y algo que los diferencia: según las estadísticas se venden muchas más bragas que libros. Por urgente necesidad sanitaria corporal me dispuse a buscar las prendas íntimas que se adecuaran a mis necesidades. Yo pedía poco o