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Mostrando entradas de octubre, 2022

200. ODIO A MI HIJO

Así comenzaba un monólogo, por cierto, magníficamente interpretado por una maestra, metida a cómica por pura afición. Mi primera reacción fue de sorpresa. A medida que transcurría su afanoso soliloquio, la protagonista, ya entrada en años, exponía, en primera persona, los motivos que le conducían a esta afirmación tan redonda, rotunda y cruel. Poco a poco te iba convenciendo de que para ser madre hay que echarle una cierta dosis de masoquismo. Decía esta alegre docente que, cuando empiezas en esta batalla, le comentas a tu pareja, cónyuge o similar: “Qué ilusión me haría tener algo nuestro, pero... nuestro, nuestro, que nos una para toda la vida”. Y ni corta ni perezosa empiezas con la parte más placentera de toda esta historia, por lo visto interminable: la parte sexual. A los dos meses de los agradables encuentros amorosos, ya estaba ahí, en mi vientre. Nuestro primer contacto fue visual, a través de un monitor y con un doctor, a medio metro, divisando mis labios mayores y menore

Ana TOC 4f.(Finalista III Certamen literario de relato y poesía del Ayuntamiento de Encinas Reales (Córdoba) 2022

Mi vida es un infierno. Hay personas como Chabela Vargas, en su desgarradora versión, que repiten acciones, ella “volvía y volvía a sus brazos otra vez”, o Miliki con su “así planchaba, así, así”. Pues mi mente sigue esa tónica, mi mente abarca toda una gama de repeticiones y comprobaciones: cuento y recuento escalones, lavo y relavo manos, ordeno y reordeno, miro y remiro, cierro  y recierro botes. Un sinfín de cosas que hacen que mi vida sea un desbarajuste continuo. Creo que empezaré por el principio. Me llamo Ana y desde que nací pienso, gruño y sufro. Cuando mi madre me daba los biberones, se producía en mí una catarsis si se demoraba solo dos minutos, pero también, y de ahí lo inusual de mi conducta, si se adelantaba. Tenía que coincidir tres horas exactas de reloj, tuviera o no tuviera hambre, eso era lo de menos. Mi cuerpo me pedía un control estricto del tiempo y del espacio. ¿Por qué esa madre mía no se sentaba tranquilamente en el mismo sillón y cada tres horas exactas

195. INJUSTICIA

Al día siguiente hacíamos como si nada hubiera pasado. Para que nos durmiéramos, nuestro abuelo nos contaba historias increíbles de la guerra, algunas eran reales, otras, en cambio, se iba animando y se las inventaba. Yo tenía asignada la noche de los lunes, el resto de los días de la semana se le aparecía a mi hermano. Creo que es su preferido.   12/10/2022