Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de abril, 2020

83. El punto de la i

Desde antes de bajarme la regla ya sabía que te tendría. Sabía que tendría un hijo, al que pondría de nombre Ricardo, con el único propósito de llamarle Ricki, con dos íes y sus correspondientes sobrepuntos. Yo soy así: precipitada, apresurada y con un toque hiperactivo. Me adelanto tanto a los acontecimientos que aturrullo al personal. ¿Qué por qué tener a Ricki? Es simple, porque siempre me ha fascinado la letra i, con su pequeño punto , casi sin dimensiones, que por no tener, no tiene ni nombre. Pobre i, no le pasa como a la privilegiada y españolísima ñ, con su virgulilla acompañante. A lo que iba, cuando llegó la hora del proyectado embarazo, no tenía novio, no tenía trabajo y tampoco tenía ganas, pero me sobrepuse, amplié la hipoteca y te tuve de pago. Me siento orgullosa de mi proeza y valentía. Siempre me hubiera gustado que me gustara la música clásica, así que aproveché la gestación para aplicarte lo que se llama Efecto Mozart , que no es otra cosa que colocar unos

81. A demanda

Adiós Isabel Allende, adiós María Dueñas. De verdad que lo siento. Sé que sois bestsellers, sé que entre las dos habéis vendido más de ochenta millones de ejemplares, sé que vuestros libros enganchan, pero también sé que, según algunos críticos, escribís demasiado   claro, argumentáis muy plano, relatáis una historia sin que el lector se tenga que parar a pensar qué habéis querido decir. Así que, se acabaron las epopeyas familiares   y las sagas de mujeres luchadoras. Quiero cultivarme, quiero ser intelectual elitista, por todo ello, le digo hola a la mística Santa Teresa. Yo, como Santa Teresa, vivo sin vivir en mí,   pero ella, según rimaba,   porque vivía en el Señor. Yo no vivo en mí pero porque vivo en el doble de mí. A ver si me explico,   desgraciadamente, a estas alturas del confinamiento, vivo dentro de mí misma y   del legendario y arrinconado pantalón de chándal, porque los leggings, o mallas, o como se llamen, no me suben más allá de la cadera. Ya ni hablar de

93. Planta novena

Salió sigilosa, a estirar las piernas. Aprovechó un descuido de la enfermera y dio rienda suelta a su fantasía. Daría un paseo por el pasillo del hospital y si, con suerte, nadie la pillaba, saldría a la calle, solo por sentir el olor a gente, por sentir el contacto. El estruendo sonó en toda la planta novena. Al levantarse de la cama de hospital, se precipitó al suelo con una caída descomunal. Ella pensaba que se clavaría, que molestaría, incluso, que escocería o que le dolería al cicatrizar. Pero lo que nunca se le   pasó por la mente es que después de amputarle las dos piernas pudiera sentir como si aún estuvieran ahí. 04/06/2020

84. Estratagema

—¡Se va a estrellar, pare, pare! —gritó alarmada—. Una moto ha chocado contra la pared. La vi acercarse a cámara lenta. Lo había conseguido. Me prestaría una atención concreta y personal. Ella era para mí un ángel. Ella era mi sueño de mujer, inteligente, con gafas, delgada. —Está muy grave, llamen a un médico. Pero si es Pérez Antón de 2ºC… Mis lágrimas se fundieron con la sangre. Yo para ella era solo un alumno torpe en Matemáticas. 28/04/2020

82. Maquinación

“Mis cálculos son falsos”, proferí cuando ya tenía a toda la familia situada alrededor de mi cama. Ya lo sé. Me vais a decir que habéis venido desde muy lejos esperando encontrarme moribunda. Me diréis que soy un mentirosa, egoísta y que no me han operado. Lo sé. Pero también sé que solo acudimos todos cuando hay males,   por eso os he convocado en esta habitación de hospital y he fingido un cólico nefrítico. Os invito a comer para celebrar que estamos juntos y… sanos. 23/04/2020