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Mostrando entradas de febrero, 2020

67. Los Bermúdez Morillo

Nosotros, los Bermúdez Morillo, éramos una familia feliz, estructurada, de libro de texto. Pareja de heterosexuales, casados por el juzgado y bodorrio por la iglesia, con un hijo varón y un perro guardián del unifamiliar en una urbanización de alto standing , con piscina y gimnasio privados. Teníamos un buen nivel económico y social, mi marido maestro, yo uróloga y mi hijo buen estudiante, buen judoka, buen anglófilo, buen boy scout y buen todo… o casi todo.      Nuestra vida estaba organizada al segundo, sin improvisaciones. Llevábamos en el monovolumen a nuestro hijo, Álvaro, al colegio bilingüe y concertado más prestigioso de la ciudad y a sus variadas actividades extraescolares, incluidos los cumpleaños de compañeros y el conservatorio de música, porque todos en casa somos melómanos y tocamos algún instrumento musical.      Nos gustaba mucho viajar. Hacíamos juntos un viaje al año al extranjero y otro nacional. Sin ir más lejos hace un mes volvimos de Marruecos, viaje su

64. El desierto

Nos dejaron sin magdalenas , en días anteriores estos reincidentes ladrones ya nos habían robado las mochilas, los polares, las cantimploras con el agua que nos quedaba y todas las viandas aconsejadas para este intrépido viaje. Pero, hoy, los ingratos salteadores volvieron y se apoderaron del único tesoro que nos quedaba, las duras y polvorientas magdalenas. Las engulleron atolondradamente, y ya se sabe, cuatro días sin comer, en mitad del desierto y sin agua, a medida que las deglutían se iban engollipando hasta que cayeron asfixiados sobre las dunas. No nos hizo falta ni defendernos, murieron ellos solos. En el fondo nos hizo gracia. 13/02/2020

66. El perro

No es cierto que tengan siete vidas. Desde que llamo al timbre de casa, exhausto por mi jornada laboral, ya empieza a ladrar, Lucky, el perro de mi vecino. Termino de cenar y, pacientemente, escucho, cómo sigue ladrando. Cuando me voy a descansar para, al menos, dormir cinco horas seguidas, el pérfido animal da su paseo diario y, debajo de mi ventana, hace sus necesidades, juega, gimotea y… ladra, por supuesto. Así es que, un día me armé de valor, y con firmeza y determinación cogí un jarrón y se lo tiré a la cabeza. Lucky, tras agónicos aullidos de dolor, dejó de ladrar y de respirar. Pensé que era un exagerado, porque   los perros tienen siete vidas, ¿o eran los gatos? Yayo Gómez 19/02/2020

61 Currículum Vitae

Tampoco hoy encontré trabajo . Cuando llego a la entrevista laboral y me preguntan qué sé hacer, yo, en tono modesto, señalo, que sé viajar en primera clase, vestir ropa de diseño exclusivo y asistir a banquetes de alto copete; que tengo títulos pero no titulaciones y que soy aficionado al polo, críquet y carreras de caballo. Todos se sorprenden de mi perfil, pero cuando digo que me llamo príncipe Harry, dan el carpetazo. Al día siguiente, vuelta a empezar. 25/01/2020