Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2024

258. LA CULPA LA TUVO EINSTEIN

  Yo no buscaba a nadie y te vi pasar desde mi ventana. Fue instantáneo: me enamoré. Me enamoré de tu incipiente calva, de tu prominente barriga, de esos andares que denotaban un hombre de mediana edad, de clase media, de altura media, de peso medio y de todo medio… Justo lo que podría encajar con mis pretensiones. Mi mundo se tambaleaba y la única salvación parecía ser refugiarme en el amor. Estaba dispuesta a abandonar mi independencia, mi laicismo, mis exigencias, mis principios y ese halo de persona respondona y reivindicativa. Buscaría consuelo en el romanticismo, desarrollaría la empatía y disfrutaría de una vida compartida contigo. Estaba decidida: eras mi hombre. Para lograr mi propósito era consciente de que debía transformarme en una mujer manejable, tierna, lánguida y dulce. Así es que me hice un enjuague existencial y, por escrito, lo dejé todo aclarado: “Prometo vivir una historia de amor convencional, con final feliz, como algunos masajes. Prometo una boda por la iglesi

Rosa Montero habla de mí

Hoy, 02/03/2024, en el directo de Facebook Rosa Montero coment, con gracejo y buen humor, el primer párrafo que escribí para una hipotética novela. Me muero de emoción. Infinitas graciasss.  

257. UNA HISTORIA DESASTROSA

  Pensaba jubilarme de narrador equisciente, siempre objetivo y equidistante a la trama, pero por culpa de este personajillo, se me han subido los nervios a la cabeza y he tenido que acudir al psicólogo. Tras analizar mi caso, me ha aconsejado cogerme una baja literaria de un mes o solicitar una comisión de servicios para realizar las mismas funciones, pero eligiendo entre narrador omnisciente o deficiente y, con tanto lío de palabras, al final he optado por contar la historia según vaya brotando y dejarme de encasillamientos. Desde el éxito conseguido por Pierce Brosnan en la Caleta, la productora tenía pendiente filmar su trigésima película de aventuras y supervivencia, pero esta vez con un elenco de actores autóctonos. Realizado el casting correspondiente, se seleccionó al más atractivo de la comarca. La grabación era fácil, ya que solo debía memorizar una frase de tanto en tanto, todo lo demás era tiroteos, peligros y lucha contra los embates de la vida. En la primera escena ya

259. DALÍ ME CONVENCIÓ

En un día soleado y absurdo, Margarita se encontraba desparramada en el sofá de su sala de estar, contemplando su barriga con la seriedad de un crítico de arte examinando una obra surrealista. Estaba convencida de que su abdomen irradiaba un cierto parecido al reloj derretido de Dalí. No sabía cómo había llegado a ese desbordamiento en carnes, pero tenía una certera intuición y, envalentonada por su locura gastronómica, agarró una patata, le pintó ojos, nariz y boca, la llamó Enriqueta y empezó   a reprocharle todas sus inseguridades. —    Enriqueta, ¿has observado esta protuberancia que reina entre mi ombligo y mi pubis? —    Claro que sí, Margarita, ¿cómo no verla? Es como si el tiempo se derritiera en tu estómago, y es obvio que está inflado como un globo aerostático. Todo un portento del arte moderno. Si te exhibieran en la Tate Gallery de Londres, seguro que algún coleccionista se fijaría en ti. —    Mira qué graciosa ella, pues estoy convencida de que parte de este "

255. EL PRÍNCIPE VALIENTE

Había una vez en un reino fantástico, un príncipe encantador llamado Felipe, heredero al trono de España. La política matrimonial de los cortesanos que le rodeaban le tenían preparadas bellas damiselas de las más variadas alcurnias, pero ni Isabel Sartorius ni Eva Sannun ni siquiera Letizia Ortiz lograron conquistar el infranqueable corazón del joven, que guardaba celosamente un secreto. Un día, su alteza real, cansado de las expectativas y presiones que la sociedad le imponía,   decidió dar un giro inesperado a su vida. Convocó una rueda de prensa en la majestuosa sala del palacio, tomó el micrófono y, con voz firme, exclamó: “ Me planto. Me niego. Quiero ser feliz. Quiero que todos los españoles sepan que no me he casado con ninguna de las señoras que se esperaba, porque mi corazón pertenece a alguien. Se trata del capitán de navío Carlos Ruiz Delgado a quien conocí durante mis prácticas, como guardiamarina, en el Juan Sebastián Elcano. Y he decidido renunciar al trono para segu