Ir al contenido principal

253. PERMÍTETE SER FELIZ

 Hay miedos que dan mucho miedo: una casa tomada por espíritus malignos, una persecución entre las sombras de la madrugada o una noche ensordecedora de relámpagos y truenos. Son miedos contagiosos, miedos de primera. Hay otros miedos de segunda, por llamarlo de alguna manera. Son esos miedos interiores y personales, que te agitan el corazón, te empapas de sudor y te bloqueas mentalmente, pero que a los demás no les afecta. Son miedos que no se transmiten, aunque le encasquetes la música de violines de la famosa escena de "Psicosis". Hasta en el mundo de los miedos hay injusticias.

            Sin más preámbulos, te contaré mi gran miedo. Es el miedo a mi otro yo. Así como suena. Miedo a algo que va conmigo y que para mí es lo más grande. Es mi Océano Pacífico. Es como el aire de un parque nacional. Es la pirámide de Keops. Pero también es un novio celoso. Me acosa, me acusa, me acecha… Me estoy liando.

            Y es que, lo mío con el móvil es una relación de amor odio. Salir de casa sin mi teléfono es una utopía. Imposible. Me invadiría la angustia; al no poder palpar su pantalla, se me presentarían síntomas de abstinencia digital: sudores fríos, temblores y la ingrata sensación de que el mundo estaría avanzando sin mí. El aparatejo está muy crecido porque me ve vencida, temerosa. Mis manos reflejan mi dependencia y tiemblan cuando lo cojo. Estoy a sus órdenes, avisos constantes y permanentes: calendario, agenda, llamadas, grupos, fotos, Facebook, Instagram… todos me requieren. Todos se ponen en rojo, solicitando el minuto de atención. Estoy perdida.

Mis amigos, conocedores de estos sinsabores y temores, me querían ayudar y organizaron una fiesta en la que incineraríamos al tirano y le haríamos una despedida tecnológica como se merecía. La reunión se llevó a cabo en un patio trasero, con una pequeña parrilla preparada para la ocasión. Atamos el dichoso aparato a un palo con una cuerda y como mantra dijimos al unísono: "¡Se acabó! Has sido testigo de demasiados selfis y Whatsapps ridículos en noches de borrachera". Justo cuando estaba a punto de convertirse en cenizas, uno de los presentes, con el fin de paliar mis penas, apareció con un regalo envuelto en papel brillante. Al abrirlo me encontré con un reluciente Rabbit R1, el último modelo de teléfono inteligente, que cabía en la palma de la mano y  que solo funcionaba mediante comandos de voz. Era un dispositivo tan avanzado que casi podía hacer café por las mañanas,  organizar al instante un viaje completo, proponerme recetas con lo que tenía en el frigo  y si me veía un poco desesperada, él solo trasteaba por Tinder.

Aquí me veo, de momento, sin miedo y tranquila, en mi renacimiento tecnológico. Estoy tumbada en el sofá manipulando mi flamante artefacto. Pero… bom, bum, bom, bum, son los latidos apresurados de mi corazón, porque por un momento me he quedado dormida y… ¡Horror!, he entrado en pánico: mi Rabbit  ha desaparecido. El terror me invade. Siento temblores, náuseas, la boca seca y sensación de mareo. El pack completo. He comenzado a buscarlo, frenéticamente, por toda la casa, y después de un intenso y eterno minuto, he descubierto que estaba a mi lado, en el sofá. Para mi sorpresa, Rabbit, que todo lo sabe, me dijo parpadeando a modo de guiño: “Quizás es mejor que el mundo virtual avance sin ti. Permítete ser feliz”.



24/01/2024

Comentarios

  1. Es un texto muy actual. Buena introducción e implicación al contarnos. Perfecto el desenlace algo surreslista y recreado en el título.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Tacones más sensatos que lejanos

                    Yo quería ser chica Almodóvar, como Penélope Cruz en Volver , ocultando el cadáver del marido en un arcón congelador. Pero, para mi infortunio, ese universo ochentero y glamuroso se escapó mientras trabajaba como maestra en una escuela de un pueblo perdido en la sierra de las Villuercas. Hoy, uso tacones más sensatos que lejanos. Ya soy mayor, abuela, y tengo pocas ganas de ese mundo de lucimiento y trasnocheo. El manchego, en cambio, sigue imparable: ha triunfado en Venecia y posa, flanqueado por dos bellezas de piel lechosa, altísimas y que sólo se entienden en inglés: sus nuevas chicas. Cuando pensé que había perdido el tren de la fama, de los cócteles y vestidos llamativos, caí en la cuenta de que vivo en Extremadura, y que ese tren de mi vida salió de la estación con horas de retraso y terminó averiado en mitad de una dehesa y de la noche. ¿Un desastre ferrovia...

ME PONGO A DIETA DE AMOR (Publicada en el núm. 6 de la revista cultural Nova Tálassa)

Ella no sabía que a las seis de la tarde se enamoraría, por eso a las cinco salió de su casa para estirar la cabeza y las piernas. Cuando llevaba seis mil pasos y como premio a su vilipendiado cuerpo, maltrecho por los kilos y la vida, decidió entrar en una cafetería y zamparse un trozo de tarta y un café con leche. El local estaba abarrotado de niños merendando, abuelos que hacían de canguro y perros domesticados que hacían de niños. Todos felices, excepto ella que no divisaba un lugar discreto donde cometer su pecado gastronómico. Sonreía ingenua cuando, sin pretenderlo, se tropezó con un hombre interesante de mirada enigmática. No muy alto y nada guapo, pero, al menos a ella, debido a la indigencia emocional por la que atravesaba, le resultaba atractivo. Él resuelto, le propuso compartir la única mesa que quedaba libre y ella no se negó. Resultaba una pareja de buen ver. Sumarían entre los dos unos setenta años. El camarero, hasta ahora ausente en la trama, tomó la iniciat...

Cuando el gotelé rompió mi matrimonio

—Carmela, me voy. —Pero Antonio, ¿dónde vas ahora, de noche y con el frío que hace? —Perdona, pero es que me voy para siempre. —¿Cómo? —Sí, ¿recuerdas a Teresa, mi compañera del grupo literario? Pues llevamos un año juntos y mañana me mudo a su casa. Se lo debo. —¿Se lo debes? Con esa escena tan prosaica, que duró tres minutos pero que parecieron tres vidas, Antonio dio por finalizado nuestro matrimonio. Con esa contundente frase llegó también la soledad, como si se tratara de un préstamo hipotecario: “se lo debe”. Al rato, se fue. Salió con sus maletas y, a modo de reproche final, comentó que siempre había odiado el gotelé de nuestras paredes. Quedé perpleja. Sí, después de cinco décadas juntos, no fueron las discusiones, ni los silencios, ni los suegros, ni el desgaste de la rutina; fue la pintura texturizada. Y lo peor de todo es que lo dijo con tal solemnidad que hasta yo empecé a cuestionarme mis decisiones estéticas. —Cuídate, Carmela. Y sé feliz. Y con esas p...

La magia de la Navidad

Hola, soy @Barbigeriátrica, escritora en decadencia que, por los avatares del destino, ha terminado como tiktoker, youtuber y nutricionista ocasional. ¿Te sientes curvy pero los demás te etiquetan como gordi ? ¿Estás dispuesta a desafiar los estándares de belleza que tanto nos atormentan, especialmente a las mujeres?¿Te has cansado de la gordofobia y quieres luchar contra el estigma de la delgadez engordando tres kilos sin motivo aparente? Estás en el lugar indicado. Juntas encontraremos la manera de alcanzar tu objetivo sin pasar hambre, sin privarte de nada y disfrutando cada bocado. Si hay un momento perfecto para comenzar esta dieta, ese es durante la llegada del niño Jesús, o lo que es lo mismo, las fiestas navideñas. Desde mediados de diciembre, las reuniones se multiplican: agendas llenas, brindis y deliciosos manjares. Todos en torno a una mesa. Todos a comer y todos a beber. Todos brindando la vida. Saborea estas celebraciones, ya que son la ocasión perfecta para engord...

Camarero, ¿me pone una caña?

  La soledad me fascina. Puedo decir, sin orgullo, que a mis cincuenta años nunca he tocado un cuerpo que no fuera el mío. No he tenido vínculos reales, ni novios ni amigos ni nada que se le parezca porque me gusta vivir sin riesgos, sin disgustos, sin altibajos. Me he hecho adicta a no dar explicaciones, a mi espacio, a dormir en diagonal, a… Y es que, para mí, m antener una relación interpersonal fluida y sana, en vivo y en directo, se ha convertido en una utopía. Bueno, a ver si me explico para que se me entienda. Algo ha habido por ahí, pero nada que ver con los convencionalismos ni con lo establecido. En mi juventud me enamoré de Mike Jagger, el vocalista de los Rolling Stone. Tenía un poster, tamaño natural, en la puerta de mi armario. Hablaba con él, por cierto, en español, porque el inglés se me da fatal, le contaba de mi vida y de mis suspensos. Él hacía como que escuchaba, miraba y no sé si sonreía. Un novio perfecto. Soy consciente de que me doblaba la edad, pero...

De cómo la policía arruinó mi carrera literaria

Yo antes era una asesina psicópata sexual. Mi vida se columpiaba en un tiovivo de sensaciones extremas. Después de cargarme al monitor de pilates, al repartidor de Amazon y al vecino ruidoso del segundo B, y con la policía pisándome los talones, decidí cambiar mi destino. Opté por pasar desapercibida y mezclarme con gente normal, gente de bien. Me apunté al directo mensual de Rosa Montero. Quería alejarme de mi pasado, así que no tuve más remedio que aprender sobre el narrador omnisciente, el monólogo interior y hasta el realismo sucio. La adaptación al grupo resultó perfecta. Era una más. Mi vida pasada se convirtió en una fuente inagotable de inspiración. Este mes tocaba redactar algo cuya protagonista fuera la primera persona que me encontrara al salir a la calle y que incluyera dos sustantivos elegidos al azar al abrir un libro. Toda obediente, con “hombre, excursión y playa” me ha resultado fácil y he escrito sobre ese viaje del IMSERSO a Salou, en el que maté a un jubilado de Ast...

Y EL SÉPTIMO DÍA DESCANSÓ (Texto publicado en el núm 56 de la revista SPECULUM (Club de Letras de la UCA)

 Él es el más alto. Él es el más tranquilo. Él es el más confuso. Él es el más sibarita. Él es el más amortiguado. Ella, ella es la más espiritual. Estos son mis seis novios, con arroba incluida. Cada día de la semana le toca a uno. En una hoja Access voy anotando: nombre, aficiones, conversaciones frecuentes y apetencias sexuales. Que no quiero herir sensibilidades.             El más alto se llama Jesús, es de Sevilla, como el Jesús del Gran Poder y para más INRI, nunca mejor dicho, siempre tiene cara de pena, pero besa bien, por eso le he asignado el lunes, para ir entrando poco a poco.             El martes tengo a Lorenzo, el más tranquilo. Siempre llega tarde. Le tengo que recordar que no tenemos todo el día; que contra pereza, diligencia. Le tengo que recordar que empiece por arriba pero que se pare, sin prisas y con esmero, donde él sabe. El más confuso, si...

Imaginar emociona

  En un estudio empírico y científico realizado, a puro cálculo visual, entre los asistentes a un concierto, llegué al siguiente postulado inapelable: solo un 5% de la población es privilegiada en altura, rasgos o peso. Pues bien, puedo asegurar, sin margen de error, que él no pertenecía a esa exclusiva minoría. No.  Él era feo, pero no un feo común, sino un feo con historia, con kilómetros recorridos. Avejentado para su edad y visiblemente estropeado por los excesos y la mala vida. Debo admitir, con cierto bochorno, que no era solo feo, sino también desagradable. Olía a tabaco, a cerveza y a varios días sin ducha. Una pena, de verdad. Entonces, ¿qué me motivó a propiciar ese encuentro fortuito? En el fondo, creo que para conocer la verdadera razón habría que hacer otro estudio, aunque esta vez no tan científico, sino uno que indagara en la gran incógnita de la humanidad: ¿por qué hacemos cosas que claramente nos perjudican? En mi caso, quizás fue la pereza, la comod...

HUESO CONTRA HUESO (Ganador del II Concurso Nacional de microrrelatos. CPA de Isla Cristina)

 Con ese crujido premonitorio de rodilla noté que algo barruntaba a mi alrededor. Ese chasquido seco, no audible, inarmónico y esas burbujas que estallaban dentro de mi articulación podrían pronosticar artrosis, desgaste de menisco o un cambio en la humedad del ambiente. Podría augurar que ya era mayor. Pero no. En mi caso, esa fricción de hueso contra hueso presagiaba la mejor versión de Kramer contra Kramer que hubiera imaginado.             En los eternos anuncios publicitarios de la película que estábamos viendo y con un tímido balbuceo, como el zumbido de un enjambre de insectos, casi insonoro, pero aclaratorio y lapidario, me dijo: “Quiero que leas una carta que te he escrito y que me digas tu opinión sincera”. Acostumbrada a corregir exámenes, cogí mis gafas de cerca y me dispuse, sin dilación, a cumplir, su petición.             Pasados unos minutos y analizad...

Cuestión de genes

  Los Figueroa de la Cruz, Marqueses de la Balconada y mis padres, para más señas, son una pareja de alto standing , ricos en patrimonio, inteligencia y blasones. De forma natural, han seleccionado su especie durante generaciones. De aspecto escandinavo, pero oriundos de Cáceres —ellos y los Borbones, muy a mi pesar, elevan las estadísticas de la altura media nacional—. Son amantes de la música, el arte y los idiomas. Brillan por su físico y su intelecto. Ahora bien, debo comentar, aunque solo sea de pasada, que también son arrogantes, engreídos y altaneros, amén de ultraconservadores. Un primor de progenitores. Quizás por ser el único hijo —y, por tanto, primogénito de la familia—, quizás por compartir como morada la misma casa palacio, quizás por vivir en primera persona el grado cero de empatía de mis ascendientes, o quizás por todo ello, siento la necesidad de relatar mi vida. Según me cuentan, cuando nací, mis congéneres se quedaron perplejos y estupefactos. ¡Oh, Dios...