Era una niña muy delgadita, alta y pizpireta. Según su abuelo, el taxista, llegaría lejos, ese espabilo pro
metía, por eso le pusieron su nombre con z, para hacerlo más internacional.
Con sangre alicantina y ovetense. Ya apuntaba maneras en el bachillerato, enamorándose de su profesor de literatura, con el que se casó por lo civil. Al poco tiempo se divorció.
Licenciada en Periodismo, terminó en la plantilla de Televisión Española, Tuvo suerte porque la pequeña pantalla en prime time es una ventana abierta al mundo y también, porque alguien que, por su belleza, le podría haber hecho la competencia: Pilar Rubio, se incorporó al espectro televiso unos años después.
En definitiva, que el principito se enamoró de esa republicana, intrépida y vivaracha periodista, que ya mostró su gran potencial cuando el día de la pedida, ataviada de Armani y con mechas recién puestas, se atrevió, entre sonrisas, a comentar a su amado: “Déjame hablar”… Estas dos palabras, pronunciadas ante multitud de periodistas, fueron un presagio del cambio que iba a dar la casa de los Borbones.
Años después, previa abdicación del rey campechano por motivos varios, con dos preciosas niñas en este mundo, con Rajoy como presidente, con recorrido por las calles de Madrid y con recepción en el Palacio Real, Felipe asumió el envidiado trono. A su lado, con una sonrisa estudiada y pelo liso, su fiel esposa culminó su sueño. Ya era la reina de España.
Pasaron varios desfiles de la victoria cuando se da el momento histórico, el famoso rifirrafe, al que me quiero referir: Misa de Pascua en la Catedral de Palma, abuelo emérito, su majestad Sofía, las niñas casi adolescentes, el rey y… la reina. Todo muy familiar. Pero, en un momento determinado, a la abuela se le ocurre hacerse una foto con sus nietas y se arma la de San Quintín, la de Dios es Cristo o como cada uno le quiera llamar. Letizia que se pone, de malas maneras, delante para evitar la instantánea, la niña que pega un manotazo a la abuela, el rey emérito que no se entera de nada, pero que intuye algo, el rey actual que intenta mediar y parece que le dice: “Déjalo ya” y la reina enrabietada. Toda la escena a la entrada de un lugar sagrado y con un sinnúmero de cámaras ansiosas de noticias frescas y reales.
A los pocos segundos, se ven que están hechos de una casta especial o que a toda costa tienen que mantener el tinglado, posaron en la puerta: abuelos, padres e hijas, con una mantenida sonrisa real. Candidatos a los Goya a actores revelación, por lo menos.
La célebre Marie-Chantal Miller, empresaria, diseñadora y rica heredera, conocida básicamente por estar casada con Pablo de Grecia, primo, por parte de madre de nuestro monarca, pero que no tuvo la misma suerte aunque sí se puede decir que es rey de ‘reyes’ de los salones de la élite internacional por su vida de lujo y espectaculares fiestas, y paro ya, que la dichosa subordinada se está cargando este texto, que pretendía ser de frases cortas y saltarín… A lo que iba, que Marie-Chantal fue, sin pretenderlo, la que sentenció la historia de la España actual, pronunciando su célebre frase: “Letizia ha mostrado su verdadera cara”.
Ni que decir tiene que, a partir de entonces, nuestro, espero que último Borbón, se ha convertido en el rey consorte de la reina Letizia.
30/01/2024
Acertado y sugerente título. Muy actual, irónico y con gracejo.
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