—Quizás pudiéramos esperar a mañana, Carmen. Estamos bien así. Ya sabes. Como cada noche, el aroma de la cena inunda la casa, la chimenea desparrama infinitas chispas incandescentes, los niños, acostados, sueñan con los angelitos, la perrita holgazanea agotada de su paseo vespertino, tu madre termina la labor de bolillo en su sillón orejero y dos copas de vino alegran nuestros corazones. Todo está en calma. Somos felices.
—De eso nada, Juan, llevamos de novios diez años. Ya no espero más. Quiero que vivamos juntos y te dejes de chorradas.
13/12/2023
Con ese crujido premonitorio de rodilla noté que algo barruntaba a mi alrededor. Ese chasquido seco, no audible, inarmónico y esas burbujas que estallaban dentro de mi articulación podrían pronosticar artrosis, desgaste de menisco o un cambio en la humedad del ambiente. Podría augurar que ya era mayor. Pero no. En mi caso, esa fricción de hueso contra hueso presagiaba la mejor versión de Kramer contra Kramer que hubiera imaginado. En los eternos anuncios publicitarios de la película que estábamos viendo y con un tímido balbuceo, como el zumbido de un enjambre de insectos, casi insonoro, pero aclaratorio y lapidario, me dijo: “Quiero que leas una carta que te he escrito y que me digas tu opinión sincera”. Acostumbrada a corregir exámenes, cogí mis gafas de cerca y me dispuse, sin dilación, a cumplir, su petición. Pasados unos minutos y analizado su escrito, con toda la calma de la que fui capaz, le respondí: “Ya la he leído, Ramón. En el análisis del texto
Título acertado. Creas esa imagen inicial del mundo ideal para acertar en el desenlace.
ResponderEliminar