Yo, de mayor, quería ser escritora, pero no de ámbito familiar, local o de tertulias en cafeterías. Quería ser escritora-famosa, reconocida por el gran público. Quería ganarme la vida escribiendo, recibir premios y vender muchos libros. Quería que una editorial me publicara todo lo que escribiera. Quería ir a ferias del libro y firmar muchos ejemplares, siempre he tenido alguna que otra dedicatoria preparada. Quería asistir como ponente a los congresos en los que lo mismo se debatiera sobre los entresijos del bienestar, sobre la novela negra, sobre los límites del humor o sobre lo que se terciara. Y quería que todo lo anterior fuera amenizado por una orquesta de fieles seguidores.
Ha pasado el tiempo, ya soy mayor, y aún no soy escritora-famosa, sigo siendo una aficionada a esto de encadenar palabras. Pero el destino, Dios, la energía o lo que sea, para compensar estas ansias de popularidad, me han permitido ser la ganadora del Concurso de Relatos Cortos «Historias del Café» que más años ha disfrutado del ansiado podio. Desde 2019 al 2022, he sido la “última” ganadora”; han pasado confinamientos, guerras, escuchas telefónicas del CNI y, como no podía ser de otra manera, numerosos cambios, a peor, en la Ley Orgánica de Educación.
Hoy, para alegría de los premiados, me toca pasar el testigo. En esta edición los intrépidos concursantes debían continuar un primer párrafo, redactado con gran ingenio y maestría que, a modo de presentación, nos regalaba un maestro de las letras, José Manuel Caballero Bonald, al que visualizo, en este momento, de tertulia y risas sonoras con Almudena, observándonos por una mirilla infinita desde el cielo de los grandes
El reto parecía insalvable, se debían escribir sucesos que pudieran vivir unos personajes no creados por uno mismo, en principio, y siempre tomando como contexto un café y su relación con la cultura. Me imagino a todos los concursantes, premiados o no, en ese rincón del escritor: dulce, íntimo, denso y envolvente, donde se espera la visita de las musas, donde se pretende que fluyan las ideas. Me imagino a unos con el folio en blanco y a otros sentados frente a la pantalla pero todos, sin excepción, con su mente volando, su cuerpo en continuo cosquilleo, segregando incontables endorfinas y con el anhelo irrefutable de fantasear su historia del café.
Con este cóctel, el jurado ha tenido que esmerarse al haber concurrido numerosos relatos, de todos ellos han seleccionado y premiado: ”ILLONA” de Arturo Martínez González y “FRAN AMARILLA” de David Mangana Gómez. Y como no quiero hacer spoiler, solo mencionaré que el ganador del concurso, Arturo, nos deleita con una prosa clara, elaborada y llena de matices. Crea una atmósfera de misterio que deja al lector con el deseo de continuar leyendo e indagar más en la vida de los protagonistas. El ritmo de su relato va in crescendo y mantiene la intriga hasta el último renglón.
En el segundo premio, David no le va a la zaga, su relato, que es por sí mismo un homenaje al arte de escribir, es cercano, intimista y fresco. Tiene un estilo elegante, con diálogos ágiles y ritmo rápido. Es un relato sencillo y vivaz que se devora con regusto.
Dicho lo anterior y pensándomelo mejor, ahora que ya soy, al menos, exganadora y prologuista, me daría mucha pereza ser una escritora-famosa, con esa agenda frenética y tanto torbellino de viajes, con cambios continuos de hoteles y ciudades, en las que constantemente tuviera que demostrar mi originalidad y elocuencia; así que, partiendo de mi respeto y admiración por todos ellos, les dejo el papel de veteranos en esta guerra, porque seguro que más allá del propio y valioso proceso de escribir, ya se habrán aprendido los trucos y toda la parafernalia que conlleva esta profesión.
Como lo invisible también nos mueve, yo me limitaré a aceptar el honor de participar en este libro recopilatorio como uno de los mejores regalos que he recibido en mi vida.
Ahí reside –querida Yayo- tu secreto a voces: en que escribes lo que tus ingenuos lectores creíamos que también nosotros habíamos pensado, pero el hecho cierto es que sólo se nos ocurre cuando un escritor/ora lo expresa con la sencillez, con transparencia y con “gracia” con la que tú nos lo cuenta. Te confieso que, a mí –cuando sea mayor- me gustaría escribir como tú.
ResponderEliminarDesde luego has pasado el testigo de manera magistral. Yo de mayor también quiero escribir como tú.
ResponderEliminarEstupenda manera de pasar el testigo, escritora !!!
ResponderEliminarQué bonito, Yayo, me ha emocionado cómo muestras tus inquietudes y tu conclusión final llena de gratitud... guayyy.
ResponderEliminarEs todo un relato en sí mismo. Genial.
ResponderEliminarA Suecia del tirón...
ResponderEliminarMe encanta. Felicidades escritora 👍😘😘
ResponderEliminarSimplemente ¡magistral! Te superas cada día. Supongo que los ganadores se sentirán muy orgullosos de tan excelente prólogo. Sigue mejorando.
ResponderEliminarLa orquesta de fieles seguidores, entre los que me encuentro, la tienes. Me encanta la ironía que muestras en tus relatos.
ResponderEliminarHe escuchado o leido pocos relatos con el arte que tú cuentas los tuyos. Enhorabuena!! 👏👏
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