—Papá, tenemos que hablar.
—Suena formal la cosa, ¿no, Lucía? Ya sabes que soy empático y dialogante. Puedes contar conmigo para lo que necesites. Me pongo en tu lugar y te comprendo, la adolescencia es una etapa…
—No te enrolles, porfi. Mira es que, es que, es que estoy embarazada.
—¿Cómo? No me gastes bromas a estas horas de la noche, ya sabes que se me sube la tensión.
—No es broma papá, estoy de tres meses.
—Pero, hija, lo hubiéramos hablado antes. Y, ¿qué vas a hacer?
—Pues, voy a tener al bebé, claro. Si soy mujer para hacerlo también soy mujer para criarlo.
—Pero si solo tienes quince años, ¿qué hablas de ser mujer? Me está viniendo un fuerte dolor de cabeza, de verdad que no me lo esperaba. Si no es indiscreción: ¿Me puedes decir quién es el padre?
—El padre es un chaval que viene al Instituto a la hora del recreo y nos vende costo del güeno.
—Lucía, no te entiendo. ¿Qué es costo?
—Chocolate, papá. Parece que te has criado en un verano.
—No te referirás a porros, ¿verdad? ¡Ay, me sangra la nariz! Esto es un subidón de tensión en toda regla, que te lo digo yo.
—Tienes que estar más al día de los cambios de nuestra sociedad. Fumarse cinco o seis porritos al día, no es malo. Peor es el alcohol, y mira los mayores cómo abusáis de él. No te preocupes, anda, yo quiero a Jonathan y nos vamos a ir a vivir a su casa, con su madre y sus cinco hermanos. Nos van a dejar una cama de ochenta en el salón. Así también, por la noche, vigilaremos a los rottweiler que están criando; porque no te lo había dicho, pero su familia, entre otros trapicheos, vive de eso. Seremos felices, ya verás.
—Tráeme el tensiómetro, que me estoy mareando.
—Tranquilo, papá, tenemos dos realidades distintas, sólo es eso. Claro que, que… que voy a dejar la ESO, porque todo no se puede llevar para adelante.
—Llama a Urgencias, niña, que me duele el pecho y me falta el aire. ¡Me muero!
—Llegado a este punto, vemos que hay aspectos importantes y otros menos, ¿verdad? Pues, pues, papá, en verdad, solo quería hablar contigo para decirte que, que… que en esta evaluación he suspendido dos asignaturas. Todo lo demás me lo he inventado para que relativices.
En la camilla y con la pastilla debajo de la lengua, el sufrido padre, sólo pudo medio balbucear: “Lucía, no sales de tu cuarto en un mes. Ya hablaremos cuando me den el alta”.
27/03/2023
Genial la idea, la haces personal, la forma de estructurar, el habla propio de la adolescente. La historia va de menos a más hasta romper en un desenlace ingenioso.
ResponderEliminar