Cuando terminó la terapia de grupo, salí de la habitación con la satisfacción del trabajo bien hecho y con el cuerpo dolorido por el trajín de la sesión, pero mi deber era actualizarme y así lo hice. Había salido indemne de la primera jornada laboral y los pacientes satisfechos. Todo un éxito.
Y es que yo me licencié en Psicología allá por los años ochenta, especializándome en la atrevida, para entonces, Sexología, y tras aprobar unas oposiciones, me hice funcionaria de carrera. Por motivos varios, pedí una excedencia y tras siete años he decidido volver a mi destino y reanudar las terapias de grupo. Aunque llevaba treinta años con el mismo ritual, me preparé a fondo la primera sesión: Todos irían presentándose, el grupo les saludaría y a continuación, para que conociéramos sus tendencias sexuales, deberían definirse como: hetero, gay, lesbiana o trans. Con estas premisas demostraré que más actualizada no puedo estar.
—Buenos días, si os parece bien, iniciaremos la sesión siguiendo el sentido de las agujas del reloj. ¿Puedes empezar tú, por favor?
—Sí, claro. Hola, me llamo Leti.
—Hola Leti —saludamos todos al unísono.
—Bueno, quizás no encajo en los cuatro grupos que nos has marcado, porque yo, desde hace un año, tengo un grupo de polifidelidad con poliexclusividad, con los que mantengo relaciones poliamorosas en paralelo.
—Pues yo me llamo Juan y soy el vértice de una relación con un chico no binario y una chica pansexual.
—Hola compañeros, soy Gema y practico la sologamia, aunque, de vez en cuando, soy poliamorosa solitaria, pero solo por vía telemática.
—Yo me llamo Antonio y sexoafectivamente soy del género fluido, a veces bisexual y, por supuesto, versátil.
—Hola, mi nombre es Inés. Por mi fisiología soy intersexual y lo compagino con una relación sapiosexual a larga distancia.
—Hola grupo, soy Jacobo. Me encuentro muy realizado en una red de relaciones conexas ponderadas y mi pareja es monógama
—Pues yo me llamo Iván, soy heterorromántico y asexual y solo busco afecto, compañerismo y abrazos.
—Bueno… por hoy ya hemos hecho una toma de contacto, muchas gracias por haber abierto los corazones y mostrado vuestro verdadero yo.
Mi corazón latía a mil por minuto, estaba desfasada totalmente; esta tarde me pondría al día, pero debía cerrar la sesión de la manera más tierna y profesional posible. Así es que me armé de valor y dije: “Aprovechemos la genial expresión de Iván de compartir abrazos y para despedirnos, en señal de nuestra empatía, vamos a abrazar a nuestro compañero/a/e de al lado”.
Lo que pasó a continuación no lo puedo especificar con detalle. Sé que empezamos a mostrar nuestro afecto. Sé que se apagaron las luces. Sé que una cosa llevó a la otra. Sé que se nos echó el tiempo encima. Sé que cerraron las puertas del Centro de Salud Mental y nos quedamos dentro porque ni nos enteramos. Sé que el grupo se fue convirtiendo en un batiburrillo humano inconexo. Y ahora que caigo, sé por qué tengo hoy agujetas por todo el cuerpo.
15/11/2022
Muy acertado el inicio y el desenlace perfectamente coordinados. Es un texto claro, donde el tema tratado, tan actual, curioso y atrevido, hace que se cree depreciación dentro del argumento. Como no las palabras que definen cada inclinación o apetencia sexual, despuertan curiosidad. Es un texto fluido, bastante original y bien escrito.
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