“Hace casi dieciocho años, un luminoso día de primavera en que los árboles del parque exhibían, orgullosos sus verdes variados, hasta que el sol los rozaba en una caricia de plata, salí a la terraza para despabilarme…”
Con este insufrible primer párrafo no creo que mi libro llegue a pasar ni el primer filtro de la editorial y, como las musas no hacen acto de presencia voy a tomarme, yo también, un respiro. Con la mente atiborrada de letras, metáforas y sinónimos, me dio por mirar las paredes del estudio. Lo de los verdes variados del parque se quedaba corto comparado con el color indefinido que lucía mi rinconcito de trabajo; con el paso del tiempo, más de dieciocho años como en mi entradilla, se había convertido en una amalgama de colores amarronados y demodé. Así que, guardando cuidadosamente todos mis apuntes me planteé seriamente pintar la casa pero dándole un toque personal y único. Y es que en esta vida, exceptuando pocas personas privilegiadas, las demás, ya sean maestras o trabajadoras en una cadena de montaje, partidarias de una ley del aborto o no, debemos compatibilizar el marujeo con nuestra actividad profesional, por muy rimbombante que esta sea. Yo, al ser famosa y literata, estoy obligada a ser original, por aquello de que si algún día vienen a hacerme una entrevista, los periodistas deben vislumbrar en mí un toque único, arrollador y personal. En la tienda de suministros de pinturas me hice con un catálogo de colores y, tras un estudio pormenorizado de mi estilo, carácter y familia, escogí un color que, por lo visto, relaja y queda actual y perfecto: el blanco roto, blanco gris o como se llame.
Al poco tiempo, mi sorpresa fue encontrarme en el gigante sueco todas las paredes de sus pisos prefabricados pintados con ese mismo color. Por no hablar de que ese tono se prodigaba indiscriminadamente en las revistas de decoración, casas de mis amigos y de mis vecinos. Concluyendo: Todo dios pinta con esa gama de moda.
Me he dicho: calma, si lo que pretendes es ser original, el domingo te vas al campo y te llenas las retinas de la infinita variedad de verdes que, en primavera, lucen en nuestra sierra y eso te dará inspiración para escribir las trescientas páginas que te quedan del libro.
Dicho y hecho, opté por una ruta de senderismo con un nivel de dificultad fácil, porque no tengo los músculos como para grandes hazañas épicas y tampoco me quiero lesionar, que el libro corre prisa. El paseo rupestre era tan corto y gratificante que la mitad de mis paisanos coincidimos en el mismo lugar… Continuamente iba saludando a seguidores que me felicitan por mis best sellers y preguntaban: ¿Para cuándo el otro libro? Yo, muy en mi papel, contestaba con agrado: “Muy pronto, estoy casi terminándolo”. Con la moral por los suelos y, en vista de que, ante tanto aluvión de personas no me vino la ansiada inspiración, decidí comer en una venta de carretera. En el restaurante familiar y rural, todas las mesas estaban ocupadas y había una larga lista de espera. Con lo cual opté por volver pronto a casa. Por cierto, esto lo estoy escribiendo en la caravana interminable que me he encontrado. Por lo visto, todos tuvimos la misma idea sobre la hora de regreso. Dejaré para mañana lo de ser original.
12/10/2022
Precisamente el título "original" define al texto,cesa chispa de verdades colocadas delante del lector, de insinuaciones en otros casos, deducciones y actualidad, hacen que el texto te atrape, te haga sonreir y recapacitar sobre el tema junto al personaje.
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