Me hace entrar en mi nuevo hogar, mejor dicho, en nuestro nuevo hogar. Mi esposa se dirigió al salón a ver su serie de cabecera y yo, tras dejar una nota sobre el televisor, me fui hacia la cocina. Cerré la puerta, abrí todos los quemadores y me dispuse a inhalar el gas butano, esperando tranquilamente mi final. Cuando ya estaba medio adormilado, aparece mi mujer y entre toses me dijo:
—No sé como puedes estar aquí, no se puede ni respirar.
—¿Has encontrado la nota?,— le dije casi inconsciente.
—Sí, ya le he leído y no te quiero interrumpir, pero con esto de la mudanza no sé dónde están las pastillas para el dolor de cabeza.
—Las dejé encima del frigorífico.
—Menos mal, aquí están. Cuando acabe la serie hablamos de este olor tan fuerte a gas.
28/10/2020
Al leerlo me he quedado con una sonrisa socarrona . Muy bueno.
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