Perdonadme (Club de Letras de la UCA 25/03/20) (Relato finalista en el II concurso relato libre ENES (Encuentro de escritores en Sevilla), Donbuk Editorial 2020. 26/02/2020)
Mi hermano Raúl tenía los ojos azules. Sus mandíbulas eran fuertes, sus labios gruesos y su rostro armónico y hermoso. El torso lo
tenía perfecto y las piernas y brazos tonificados, pero no en extremo. Tan
guapo que sus amigos solían bromear diciendo que con un poco de rímel y
maquillaje, sería hasta guapa. Era el más alto y la excepción de la familia,
porque el resto, incluidos mis progenitores, pertenecíamos, sin duda alguna, a
la raza caucásica mediterránea: morenos, ojos oscuros y bajitos.
Mi hermano Raúl no tenía complejos ni amarguras. Era
divertido, zalamero, besucón y buen orador; por todo ello destacaba en su éxito
social. Las mujeres y hombres se lo rifaban, todos querían estar con él. Creo
que también era buen amante, porque alguna vez que he pasado la noche en su
casa y él compartía cama con cualquiera de sus múltiples parejas, he creído oír
algún que otro: Dios no pares, ahí, justo ahí, sigue haciendo eso… ¡qué gusto! Yo,
en la soledad de mi dormitorio, pensaba en mi vida rutinaria de casa al trabajo
y del trabajo a casa, solo interrumpido por el atracón de series de los días de
fiesta.
Mi hermano Raúl no era presumido. Había nacido con el don de
la elegancia, todo en él era natural. Tenía instinto para elegir la ropa
adecuada para cada ocasión y combinar las prendas con acierto. Trajes a medida o ropa sport, reloj
en la muñeca derecha y calzado cómodo, todo le sentaba bien. No necesitaba ropa
extravagante ni de marca, transmitía clase y estilo. Mi armario, en cambio, era
limitado, pequeño y convencional.
Mi hermano Raúl era resolutivo, de inteligencia ágil, capaz
de afrontar cualquier asunto problemático con una rapidez que apabullaba. Cuando
yo tenía que tomar alguna decisión, fuera importante o no, siempre acudía a su
encuentro. Él no me juzgaba pero, en cierta medida, imponía su consejo. Tenía
un poder de persuasión increíble. Ante cualquier dilema, escuchaba su voz, día
y noche, diciéndome lo que debía hacer en cada caso.
Odiaba a mi hermano Raúl, siempre me he visualizado como un
gusano a su lado. Todos en casa y, hasta yo misma, me comparaban, con la cruda
y palpable realidad de que él tenía ese no sé qué que le hacía tan único y yo,
yo me sentía inferior e insignificante. Desde pequeña he acudido periódicamente
a la consulta de múltiples psicólogos y psiquiatras con el fin de escarbar en
mi aturdida mente, descubrir mis fantasmas e intentar, al menos, superar mi animadversión
y enemistad hacia él.
22/03/2020
Relato finalista en el II Concurso relato libre ENES (Encuentro de escritores en Sevilla), Donbuk Editorial 2020
Magnífico, no Raúl, el relato
ResponderEliminarHasta yo le estaba cogiendo manía. ¡Me ha encantado!
ResponderEliminarYayo, vaya imaginación. Me encanta tu escrito y tu hermano
ResponderEliminarGenial. Felicidades.
ResponderEliminarEscrito con esa forma personal de implicarnos en la historia de la protagonista, la alusión cada comienzo de párrafo a Raúl, ese acercamiento al personaje que acapara el nucleo central y dibuja más y más cerca al hermano, tan “perfecto” como tormentoso. El desenlace hace un buen bucle con el título y una clara alusión a la realidad que nos envuelve , con ese tono de humor disparatado (realidad-irrealidad) .Muy acertado en forma y contenido
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