Maestro Gabo, sé que desde que escribió “Cien años de
soledad”, el universo entero se rindió a sus pies, los que la habían leído,
porque le admiraban y los que no, porque les sonaba su valía. También sé que
cuando llevó su obra maestra a la editorial
Seix Barral, no la publicaron porque decían que no servía, que no iba a
tener éxito. Por cierto, me pregunto: ¿Echarían a patadas a quien dio esa
desalentadora respuesta, verdad? ¿No se llamaría Carlos Barral?

Después de mucho cavilar, creo que, aprovechando la soledad y
los tediosos días, emplearía
la mente y me concentraría
en encontrar una estrategia útil y eficaz que consiga formar un gobierno
estable en mi país. Pero cómo lo planteo, dadas las circunstancias, no es nada
fácil.
Creo que pediré consejo a García Márquez, porque además de
afamado escritor, sé que tuvo una vida política intensa y comprometida de
opositor intelectual al régimen franquista y que anduvo cercano a Fidel Castro.
Sé también que, en su día, rompió su férrea amistad con Vargas Llosa. Así que,
cuando le pregunte, no le mencionaré a su otrora amigo peruano. Se desmayaría
si supiera que a los ochenta y tantos es de ultraderecha y pareja de una reina
de corazones y del papel couché española.
—D. Gabriel, ¿Cómo podría contribuir a formar un gobierno
estable en España?
—Pregunta complicada me haces, joven marinera. ¿De dónde
eres?
—Soy de Cádiz —respondí de una forma expectante.
—Pues atenta a lo que te digo. Si el partido contra la
despoblación logra casi 20.000 votos y obtiene un escaño con “Teruel existe”,
vosotros con “Cádiz, tacita de plata”, por ejemplo, y 620.000 votos,
manteniéndose la misma proporción, obtendríais…
a ver, a ver 31 diputados. Os convertiríais en el quinto partido más
importante del país, incluso con grupo parlamentario. Así es que, antes de que
te rescaten y vuelvas a la civilización, reflexiona sobre el escenario político
que se te abre y piensa en lo que vas a pedir a cambio de tu apoyo.
Pasado un tiempo y ya en mi ciudad, todo salió según lo
previsto, ahora soy diputada, vivo en Madrid y llevo como propuesta a las
negociaciones, pedir: dos ministerios, una
fábrica de salazones y un tercer puente,
que ya veremos donde lo ubicamos.
Prevalece la originalidad, actualidad en los temas tratados, el ingenio y la ironía. Muy bueno.
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