Nunca me gustaron los insectos. No es miedo, es repulsión, es asco, es fobia. Quizás no llegue a trastorno psicológico, pero se acerca bastante. Así pues, si me das a elegir, como cantaba Rosalía en la entrega de los Goya 2019, versionando a los Chunguitos: “Me quedo contigo”. Me quedo contigo, Kafka. Aprovecho la oportunidad literaria que me brindas, y en mi metamorfosis particular “elijo ser funcionario”. Después de cuarenta años siendo autónomo, sé lo que me digo. Quiero ser funcionario de la cabeza a los pies, con oposiciones aprobadas e interminables desayunos de café con leche y tostadas de pueblo. Para mí, sufrido trabajador por cuenta propia, sería como una golosina celestial, despertar a las siete de la mañana, notar la nariz taponada y el pecho algo cargado, coger el teléfono y, sin un ápice de remordimiento, simplemente decir: “Hoy no me encuentro bien, dile a Antonio que no voy”. Y colgar. Así, como quien pone fin a un episodio de Netflix, porque ya mañana conti...