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Mostrando entradas de octubre, 2024

Camarero, ¿me pone una caña?

  La soledad me fascina. Puedo decir, sin orgullo, que a mis cincuenta años nunca he tocado un cuerpo que no fuera el mío. No he tenido vínculos reales, ni novios ni amigos ni nada que se le parezca porque me gusta vivir sin riesgos, sin disgustos, sin altibajos. Me he hecho adicta a no dar explicaciones, a mi espacio, a dormir en diagonal, a… Y es que, para mí, m antener una relación interpersonal fluida y sana, en vivo y en directo, se ha convertido en una utopía. Bueno, a ver si me explico para que se me entienda. Algo ha habido por ahí, pero nada que ver con los convencionalismos ni con lo establecido. En mi juventud me enamoré de Mike Jagger, el vocalista de los Rolling Stone. Tenía un poster, tamaño natural, en la puerta de mi armario. Hablaba con él, por cierto, en español, porque el inglés se me da fatal, le contaba de mi vida y de mis suspensos. Él hacía como que escuchaba, miraba y no sé si sonreía. Un novio perfecto. Soy consciente de que me doblaba la edad, pero ese

Devotos de la ilusión (Variante).Texto seleccionado para participar en el Maratón de microrrelatos de la Feria del Libro de Sevilla 2024

  VARIANTE: 75 palabras y que incluya la palabra "diez"   Devotos de la ilusión Los Montemayor de los Santos, de costumbres religiosas polarizadas hacia un formalismo extremo, acudían todos los domingos al convento de las Clarisas para recibir la eucaristía. Llegaban impecables, acicalados y arrepentidos de los pecados que nunca cometían, pues rara vez salían de casa. La camarera, entre perpleja y compasiva, les ofrecía un aperitivo.  El convento llevaba clausurado diez años y se había reconvertido en un afamado pub decorado con motivos religiosos.     Texto seleccionado para participar en el Maratón de microrrelatos de la Feria del Libro de Sevilla 2024 25/10/2024

HUESO CONTRA HUESO (Ganador del II Concurso Nacional de microrrelatos. CPA de Isla Cristina)

 Con ese crujido premonitorio de rodilla noté que algo barruntaba a mi alrededor. Ese chasquido seco, no audible, inarmónico y esas burbujas que estallaban dentro de mi articulación podrían pronosticar artrosis, desgaste de menisco o un cambio en la humedad del ambiente. Podría augurar que ya era mayor. Pero no. En mi caso, esa fricción de hueso contra hueso presagiaba la mejor versión de Kramer contra Kramer que hubiera imaginado.             En los eternos anuncios publicitarios de la película que estábamos viendo y con un tímido balbuceo, como el zumbido de un enjambre de insectos, casi insonoro, pero aclaratorio y lapidario, me dijo: “Quiero que leas una carta que te he escrito y que me digas tu opinión sincera”. Acostumbrada a corregir exámenes, cogí mis gafas de cerca y me dispuse, sin dilación, a cumplir, su petición.             Pasados unos minutos y analizado su escrito, con toda la calma de la que fui capaz, le respondí: “Ya la he leído, Ramón. En el análisis del texto

GALLETAS Y GIN-TONICS (Texto publicado en el número 51 de la revista SPECVLVM. Club de Letras de la UCA)

Me llaman narrador omnisciente. Para que todo el mundo me entienda, soy como una especie de agente del CNI pero, en mi caso, solo de la familia Ruiz Ortiz; lo escucho todo, lo veo todo, lo sé todo, lo analizo todo, con el único propósito de obtener información y proceder a relatarlo de forma literaria. No sé si mi trabajo es legal, pero un poco reprobable éticamente parece que sí. Ahora que pienso, al escribir en primera persona, estoy formando parte de la trama y me estoy convirtiendo también en personaje. Perdónenme los eruditos de la teoría literaria, pero es que estoy en prácticas y seguro que algún detalle se me escapa. A lo que iba. Os cuento lo que sé de ellas, porque en esta casa, que es mi feudo, viven dos mujeres: madre e hija. Son, en general, bastante aburridas, se quieren a ratos y sobreviven sin llamar la atención.   Intentaré no dejarme embaucar, porque también son unas liantas y se mienten como bellacas. Y lo digo yo, que conozco desde sus pensamientos hasta sus deseo

Rosa Montero vuelve a leer algo mío

  Hoy, 07/09/2024, en el directo de Facebook Rosa Montero lee, con gracejo y buen humor, el texto que le envié. Me muero de emoción. Infinitas graciasss. Y dos días antes me había enviado este mail, ole,ole.

ME PONGO A DIETA DE AMOR (Publicada en el núm. 6 de la revista cultural Nova Tálassa)

Ella no sabía que a las seis de la tarde se enamoraría, por eso a las cinco salió de su casa para estirar la cabeza y las piernas. Cuando llevaba seis mil pasos y como premio a su vilipendiado cuerpo, maltrecho por los kilos y la vida, decidió entrar en una cafetería y zamparse un trozo de tarta y un café con leche. El local estaba abarrotado de niños merendando, abuelos que hacían de canguro y perros domesticados que hacían de niños. Todos felices, excepto ella que no divisaba un lugar discreto donde cometer su pecado gastronómico. Sonreía ingenua cuando, sin pretenderlo, se tropezó con un hombre interesante de mirada enigmática. No muy alto y nada guapo, pero, al menos a ella, debido a la indigencia emocional por la que atravesaba, le resultaba atractivo. Él resuelto, le propuso compartir la única mesa que quedaba libre y ella no se negó. Resultaba una pareja de buen ver. Sumarían entre los dos unos setenta años. El camarero, hasta ahora ausente en la trama, tomó la iniciat

NO ME ENFADO, PERO ME DA CORAJE (Finalista XVII Premis Literaris Constantí 2023. Relats d'amistat. Tarragona 2023)

  Antonia Sánchez Prieto era la reina de su pueblo. Y le gustaba. Se sentía feliz provocando admiración. Siempre que iba por las empinadas calles, todos, al pasar, le prodigaban maravillosas sonrisas que, si las subtituláramos podrían leerse como: eres adorable Yo soy su amiga desde pequeña. Nos hemos criado juntas.   A Antonia, Toñi, como yo la llamaba, en casa le apodaron “la Santita” porque era dulzona en exceso, a la vez que tierna, noble y obediente. Cuando a mediodía llegaba del colegio, tanto los vecinos como su madre le tenían preparada una lista de recados varios: “Niña ve al bar de la esquina a por una botella de clarete para el vecino del tercero, niña baja a por una hogaza de pan para doña Manuela, la del cuarto y, de paso, vas a la frutería, compras un kilo de naranjas de las tontas y le pides a Ramón un poquito de perejil”. Y allá que iba ella, sin rechistar y con agrado, a hacer felices a todos.             Las monjitas, y en especial sor Carmen, la trataban de u