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Mostrando entradas de mayo, 2024

DE CANCIONES, LUCES Y APAGONES

—Buenos días, soy Serafín. —¡Hola, Serafín! Qué inconfundible es ese nombre tuyo, aunque ya casi me resulta familiar. Nunca imaginé que una cita a ciegas pudiera ser tan placentera, y además, ¡me llamas por la mañana! ¡Qué ilusión! ¿También te gustó? Aunque aún no te conozco muy bien, ayer, por lo menos, estuviste muy muy gracioso, generoso, fogoso, lujurioso, ardoroso. La verdad es que tuvimos momentos muy… luminosos. Vamos, que “Me quedo contigo”, como bien cantaban los Chichos y Rosalía en su magnífica versión. Eres sensual como una bachata. Si esto sigue adelante, me encantaría que escogiéramos una canción para que fuera nuestro estandarte, nuestro nexo de unión, nuestro punto de encuentro. Y, por supuesto, para bailarla, entrelazando nuestros cuerpos, en cada aniversario. ¿Qué te parece la idea? ¿Prefieres algo ochentero, tipo cantautor reivindicativo, como “Te recuerdo Amanda”, o más romántico, como “Lucía”, o incluso roquero como “Angie”? Por cierto, yo me llamo Lola, no sé si

VIVIR PARA CONTARLO

  Me morí a las nueve cuarenta y cinco del 16 de octubre del año 2021 y, la verdad, es que me sentía fatal, entre la resaca y el golpetazo que me habían atizado en la cabeza. Estaba en un lugar oscuro, muy oscuro, un lugar de una negrura más negra que el negro y, de repente, empecé a pensar: No puedo estar muerta porque tengo sed, ardores y un reflujo con cierto tufo a aguardiente, pero seguí muriéndome y, cuando me disponía a atravesar el túnel negro y divisé a lo lejos al difunto de mi tío Agustín, el del pueblo, que me llamaba con un “vente, vente”, me di cuenta de que aún tenía un halo de vida y empecé a despertarme. Fue entonces cuando mis compañeros abrieron el maletero del coche en el que me habían metido y, al verme salir, se vanagloriaron del feliz hallazgo; pero yo, con una mezcla de confusión y alivio, tenía el cuerpo entumecido, la cabeza me estallaba y estaba deshidratada como una momia egipcia.             Llegado a este punto, y como a todas luces estoy otra vez viva,

UNA EPOPEYA PARALELA

  Desocupado lector de biblioteca, déjame contarte una historia que podría estar ocurriendo justo a tus pies.   Es la historia de Guille y Lulú, dos seres fantásticos, que todos los días se encontraban en el pasillo del fondo, a la derecha, donde están la novela épica y los clásicos literarios. Allí se conocieron y allí alimentaron su amor. Allí hablaban, reían, se mordisqueaban y daban rienda suelta a la imaginación. Tenían un desarrollado gusto por los relatos legendarios, se los devoraban en un santiamén y seguían buscando el siguiente. Todo era perfecto hasta que fueron descubiertos por humanos y ordenaron una desratización. Tuvieron que desaparecer por un tiempo, pero hoy se han vuelto a encontrar y, tras un beso apasionado, lo han celebrado, zampándose   “Guerra y Paz”.  

LO QUE ME FALTABA (versión)

  Me preguntaba en qué momento se había complicado tanto ser poeta, siempre lo he dejado claro: soy poeta, pero de prosa coloquial. Y ahora vienen mis personajes y se sublevan. Los muy díscolos pretenden que cambie de estilo y que me pase a la prosa poética. El representante sindical, megáfono en mano, me transmite que todos ansían revivir historias, pero más profundas, con más metáforas, menos guasa y mejor contadas. Y ahí tengo a todo el elenco, frente a mi ventana, enarbolando una pancarta reivindicativa. Hasta Guille y Lulú, los ratones de “Una epopeya paralela” se han unido a la rebelión, mordisqueando los zapatos de protagonistas y secundarios. Si esto sigue así, voy a tener que cambiar de oficio.       27/04/2024