NO ME ENFADO, PERO ME DA CORAJE (publicado en el núm. 53 de la revista Speculum del Club de Letras de la UCA)
Antonia Sánchez Prieto era la reina de su pueblo. Y le gustaba. Se sentía feliz provocando admiración. Siempre que iba por las empinadas calles, todos, al pasar, le prodigaban maravillosas sonrisas que, si las subtituláramos podrían leerse como: eres adorable
Yo soy su amiga. No me enfado pero me da coraje que sea así tan, tan encantadora. Su rostro es hermoso, delicado, tierno. Su carácter, dulce y discreto. Es inteligente, solidaria y, y no sigo porque voy vomitar. Cuánta perfección en metro setenta, por cierto, también es alta, como habréis comprobado. Todos la llamaban Lucía, porque decían que Antonia no le pegaba y, ni cortos ni perezosos, la apodaron con el título de una de las canciones más bellas. Yo me llamo Francisca y, con suerte me llaman Paqui, pero nunca Penélope. Si vamos de Serrat, pues Serrat para todas.
Mi vida ha sido dura, siempre al lado de Lucía y, aunque la belleza es efímera, según algún frasólogo, es justo referir que los potenciales ligues, sin dudarlo un instante, se dirigían primero a ella y como suplente y ante la negativa, optaban por mirarme con cara de “qué le vamos a hacer”.
Me dan ganas de ir a una sesión de esas en las que se bebe ayahuasca y que, con sus efectos alucinógenos, pueda librarme de mis ansiedades; dejando que el chamán o maestro de ceremonias haga el resto, es decir: fulminarla y quedarme yo, no como reina, pero al menos como infanta o algo así más normalito. Pero no, en mi pueblo no hay santones, ni brujos, solo hay casas abandonadas, paro y cuatro hombres de nuestra edad que, por supuesto, están enamorados de… Lucía.
Cuando la veo, disimulo mi furia y medio sonriendo le digo: ¿Qué tal va la cosa? Ella, con un gesto adorable, abre su perfilada boca, enseña sus perfectos dientes y me dice: “muy bien, cariño”. Pero, ¿por qué Lucía, Antonia, o como se llame no tiene caries, ni implantes, ni puentes, ni dientes separados o montados?
Desesperada ante tanta perfección, invoqué al espíritu maligno, gritando: ¿Algún defecto tendrá, no?
Mi sorpresa fue escuchar la voz humanoide de Alexa, la asistente virtual, que, como siempre, andaba por allí y respondió sin perder la calma: “Lo siento Paqui, Antonia-Lucía cuenta con el noventa por ciento de perfección, comparada con la media. Te recomiendo que la veas menos, para que te relajes y no te afecte tanto la envidia. Por cierto, dentro de dos minutos cuarenta segundos va a sonar la alarma-despertador. Tranquila”.
14/04/2023
Como siempre increíble Yayo. Eres la caña.
ResponderEliminar