Pensando en mi extraña dieta de adelgazamiento andaba liada mi mente, cuando, de pronto, se tropezó conmigo el librero de la esquina. Creo que en nuestro fugaz encuentro me acercó a la nariz un paño impregnado en algo parecido a cloroformo porque me quedé dormida y cuando abrí los ojos, me encontraba en su casa. Con cara burlona, reconoció el buen hombre que se trataba de un secuestro narrativo en toda regla. Y, ¿qué pides como recompensa?, me atreví a preguntar. Él, sin dudarlo, me dijo que un relato. Yo, en tono bastante seco, le comenté que esto de la escritura es un poco lío y que prefería pasar a la historia como Sócrates que solo hablaba y hablaba y que eran sus discípulos los que se encargaban de las tildes, reglas y demás enredos gramaticales. El librero, en tono socarrón, argumentó que yo no tenía clá o grupo de personas que me aplaudieran y que después de exponer mis ideas dijeran: fenomenal, qué hondura, que cadencia, qué sentimiento… con lo cual, si quería retornar a mi casa, no me quedaba otra opción que escribir.
Me resistí unos días pero, poco a poco, fue surgiendo en mí el Síndrome de Estocolmo. Empecé a leer, a estudiar y, por fin, entré en el confuso mundo de las letras. De sopetón me he encontrado con que la RAE permite otra vez las tildes de solo y demostrativos, pero dicen que se tendrá que justificar o algo así. Qué lío, ¿no? A todo esto y, como no podría ser de otra manera, aparece Pérez Reverte acusando a la institución de antitildistas.
Le digo a mi secuestrador que cómo voy a redactar un relato si no sé ni escribir guion, pie o truhan. El mundo de las tildes es superdifícil, por cierto, ¿cómo se escribirá esta palabra tan utilizada, con tilde y separado o todo junto como supermercado? Otra vez la duda. Me niego. Que no escribo. Que no. Se acabó mi secuestro narrativo. Se acabó el eterno dilema llevará tilde o no. Se acabó lo de hilvanar retorcidas metáforas hasta el infinito y más. Si me quiere matar, que proceda, pero yo, a partir de ahora me voy para mi casa, mi cama y mi váter. Será una liberación lingüística.
Después de un tiempo, cuando paso por la librería, pienso si este secuestro entre letras me lo he inventado o ha sido tan real como que Ferrovial traslada su sede social a los Países Bajos, Holanda o Nederland. Cuántos nombres para un país tan pequeño…Otro lío, pero esta vez geográfico.
Lo único cierto es que sigo con mi dieta pero, paradojas de la vida, en vez de adelgazar estoy engordando. Y es que se me hace muy duro esto de desayunar tan copiosamente. Ya llevo noventa y nueve galletas y aún debo comer tres más para seguir rigurosamente lo estipulado en el plan. Ahora que pienso: ¿no será que como, estos dichosos académicos quitaron la tilde a la o cuando va entre números, debería comer tan solo una o dos?
06/03/2023
Creativo, estimulante. Excelente texto, tanto por el tema tan actual, como por el secuestro narrativo, la RAE, Ferrovial... y la sugerente idea del desenlace tan original en su desarrollo.
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