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Mostrando entradas de febrero, 2023

HISTORIA DE MIEDOS QUE NO DA MIEDO (Publicado en el blog del Club de Letras de la UCA)

Su nombre es Maripuri, pero se tenía que haber llamado Maritonti, porque tiene un punto, ¿cómo decirlo para que no resulte ofensivo?, tiene un punto iluso, que me pone de los nervios. Vive con su madre, doña Engracia, con Andrés, su marido y con su hija Piluca. Familia ultra donde las haya, todos, sin excepción han sido educados en el temor al pecado. Resultan en conjunto una escenificación del miedo: miedo a hablar, miedo a sentir, miedo a vivir, miedo al infierno y, sobre todo, miedo al miedo. La infancia de esta bella mujer, estuvo acompañada de oraciones antes de dormir, al estilo de: “Bendita sea mi pureza, eternamente lo sea” o comentarios como: “no te mires al espejo que ahí está el demonio”. Educación adoctrinada, oscuridad, confesiones y arrepentimientos. Maripuri tiene prohibido emplear métodos anticonceptivos, tiene prohibido sentir placer, pero tiene la obligación y el deber de complacer a su pareja. Ella lo asume con sumisión negándose, por temor al pecado, a soñar o a f

218. ¿MALÉFICAS INTENCIONES?

He hecho trampa con las pastillas. Lo reconozco. Me inventé ese jueguecito de una para ti y otra para mí y así hasta que se acabaran los blísteres. Cogimos las cajas al azar, a ti te tocó Orfidal, a mí Paracetamol. No le dimos importancia. Cuando te quedaste dormido, te dije sonriendo: “perdiste, perdiste”. Nunca pensé que sería la última vez que jugábamos.  

217. DESPEJEN LA SALA

—Ha quedado probado que en el día de los hechos, doña Teresa García Ortiz y doña María de la Gracia Cruz, se encontraron con don Jesús Telmo Díaz en un piso, sito en la calle Concepción Arenal nº 15,   y que sobre las ocho de la mañana fue hallado el cadáver del susodicho. Como los motivos del caso están aún por descubrir, cito a declarar a la acusada, doña Teresa García. —Buenos días, señor juez. Quizás tenga mi parte de culpa en este trágico suceso. El motivo de lo ocurrido, según mi versión, estriba en que una cosa es trabajar con el cerebro y otra bien distinta con las pasiones. Conozco a María   desde que estudiábamos Matemáticas en la Universidad, hace ya casi treinta años. Todo empezó con el hecho de que, cada cierto tiempo, nos juntamos para celebrar nuestra amistad y salir de cena. Charlamos, reímos y bebemos. Sobre las doce de la noche llegamos a la conclusión de que queríamos tener un encuentro sexual y como a los posibles ligues les aterroriza las mentes matemáticas y,

216. LA SINFONÍA DEL MASÁI

Cuando aterrizaste en el Prat y en mi vida, me dolían los zapatos y la cabeza. Estaba pensando que me tenía que haber separado antes de casarme, que me fastidiaba esa vida cómoda que había forjado, sin ilusiones ni altibajos emocionales.             Y allí estabas tú, con andares de masái y maneras de gentleman . Se distinguía tu presencia por ese pasillo acristalado y circular, sin decoración alguna y atiborrado de gente que, en la misma dirección, aceleraban el paso.             Te divisaba a lo lejos, en una impersonal sala de embarque, en la que todos nos mirábamos con el nerviosismo propio de los viajes. Unos salíais del avión y otros estábamos ansiosos por entrar. Tu piel era negra, medías, al menos, un metro noventa, deslumbraba tu elegancia al andar, parecía que ibas casi de puntillas, como un masái, eras erguido, ágil. Portabas una maleta pequeña para no pagar facturación de equipaje y, lo más importante:   a través del grueso cristal divisaba tu mirada fija en mí. Parec