—Nuestra relación es imposible, hablamos algún día, cuídate y besos.
—Pero bueno, Ramón, ¿qué está pasando? ¿Estás bebido? ¿Cómo que ya hablamos algún día? ¿Sigues en línea? No me lo puedo creer. ¿Me estás dejando por Whatsapp? Ya puestos podrías haberme enviado un burofax, una carta certificada o una nota con una paloma mensajera… es que alucino con tu frialdad, hasta un post-it en la nevera hubiera tenido algo más de lirismo.
Llevamos juntos un año y es verdad que hemos tenido nuestros altibajos, nuestros ataques de ira, ya sabes, nuestros dimes y diretes, pero bueno, todo dentro de la normalidad de una pareja, ¿no? Es verdad que me enfado y se me nubla el entendimiento, que tengo un carácter difícil. Es verdad que he protagonizado melodramas subidos de tono. Es verdad que, a veces, me pillo sobredosis de pretenciosidad y que parece que he hecho un máster de meter la pata. Es verdad que, en alguna ocasión, te he escrito unos emilios y eseemeeses devastadores. ¡Jo!, pero te he prometido cambiar y en ello estoy. Quiero vivir contigo, feliz y compartiendo hipoteca, casa y niños que lo ensucien todo y que correteen sin parar.
Bueno, al menos quiero que me leas, que ya estoy llegando al tope de mi ración de dulzura diaria.
Ya que no me contestas, he vuelto a leer tu aplastante y demoledor mensaje y la cosa es que me suena. En algún sitio lo he visto. Claro, ahora caigo, ese era el Whatsapp que, según la prensa rosa, un afamado juez le mandó a su prometida, viuda de un conocido marqués, aristócrata y bodeguero, con la intención de dejarla plantada pocos días antes de su boda. Siempre he pensado que eras un vago y un analfabeto pero, por lo menos, te podrías haber inventado una frase tuya.
Creo que me has bloqueado. ¡Arggg!
En ese momento, la chica que ocupaba el asiento contiguo en el autobús, levantó su mirada de la pantalla del teléfono móvil, clavándome sus pupilas con cara de energúmena, parecía que me iba a degollar, la muy lagarta, seguro que pensaba que, con ostensible empeño, estaba leyendo de reojo todos sus Whatsapps y me estaba enterando de su telemático desamor.
¡Pero qué dice! ¡Qué antipática, la tía! Yo soy inteligente, fuerte, generoso y tengo cabeza, corazón y valentía para afrontar mi destino, sin inmiscuirme en la vida de los demás. Allá cada cual con su historia.
¡Ojalá Ramón la deje!
22/11/2022
Siempre creativa, todo un argumento original en la forma de estructurarlo. Esa exposición intimista de su relación donde (sin contestación), va creciendo la expectación. Resuelves muy bien con ese giro. Curioso.
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