Hoy, como de costumbre en mi devenir literario, me disponía a escribir un relato sin pretensiones de llegar a premio Nobel, quería algo personal, cotidiano, confortable, de andar por casa, como mi vieja bata de boatiné. Quería un relato con un toque irónico, erótico y cercano, cuando de repente me ha brotado una enfermedad rara. Es como una especie de tri-tartamudez afectiva. Me explico. Lo de rara no es un calificativo vacío y ornamental, esta patología es algo real, pero inusual. Paso a detallarla aplicando la equivalencia matemática: Si y solo si pienso en mi vecina, me pongo tritarta, repitiendo todo tres veces. Creo que la rara soy yo porque me he despertado con un pensamiento único y compulsivo: Pili, Pili, Pili, te adoro, doro, doro, estoy enamorada de ti, ti, ti. Pensarás que estoy loca, oca, oca, pero no, no, no, es una enfermedad, creo, creo, creo.
Y es que Pili es una mujer con clase, con estilo y glamour, mur, mur. Es alta, atlética y atractiva, iva, iva. Yo la idolatro, atro, atro. Fue la primera persona que encontré cuando mi marido y yo compramos nuestra casa, asa, asa. Con encanto y distinción nos dio la bienvenida al barrio y, desde entonces, quedé obnubilada con su personalidad, lidad, lidad. Cuando coincidíamos en el ascensor, hacía una foto mental de su vestimenta, enta, enta y al día siguiente, con mi reducido fondo de armario, ario, ario, intentaba reproducir su atuendo, endo, endo con la convicción de que nunca llegaría a igualarla, arla, arla.
Ni ella, ni nadie, saben de este amor platónico y furtivo, ivo, ivo, que ha surgido como de la nada, ada, ada. Así es Cupido, ido, ido.
Mi dicha se hizo infinita cuando al salir de casa esta mañana, el azar quiso que me encontrara con, con, con ella, ella, ella, que sonriente me dijo:
—Hola Marisa, te veo mala cara, ¿qué tal andas?
—Bu, bu, buenos días, Pi, Pi, Pili. Debo decirte algo importante, ante, ante: desde que te viniste a vivir a este bloque, te amo, amo, amo. Quiero compartir mi vida contigo, igo, igo y luchar contra el establishment, ment, ment.
—Marisa, por favor, controla el número de películas y series que ves en esa famosa plataforma de streaming, que hoy estás tartamuda y lésbica; seguro que ayer te engulliste “La vida de Adele” y “El discurso del Rey”, pero el otro día fue más grave: cuando te encontré, no sabes el susto que me diste porque ibas empapada, con un cuchillo en la mano, llena de sangre achocolatada y decías que te habías salvado de la escena de la ducha.
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08/11/2022
Divertido, original y atrapa desde el principio. El tono narrativo y la manera de contar inmejorables. El desenlace resuelve perfectamente y sigue creciendo en intensidad.
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