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177. Lo Posible, lo improbable y lo imposible

Fue montarme en el ascensor y escuchar una especie de crujido que ya quisiera Tarantino en sus películas. El artefacto  bajó a gran velocidad en caída libre, a mitad del trayecto descendiente frenó con brusquedad; a continuación, el caos: un ruido fuerte y ensordecedor, acompañado de gritos y voces desesperadas.

Quedamos atrapados la pareja gay, o lo que sean, del primero, con su hijo Guille, y yo, que vivo en el cuarto A. El ambiente, allí encerrados, se iba haciendo cada minuto que pasaba más irrespirable, estábamos entre perplejos y expectantes. Como colofón, Guille dijo tener muchas palpitaciones, ahogo y pánico. El cuadro era desolador. Uno de los padres, para que se consolara, le prestó su móvil y así el pobre chaval pudo relajarse y echar una partida con sus amigos. Allí estábamos los cuatro mirándonos; a saber lo que pensaba cada uno.

Siempre fantaseé con la vecina del cuarto y estar aquí sentados tan juntos en el suelo del ascensor, rozándonos ligeramente las rodillas, me está produciendo una sensación de fuegos artificiales en todo el cuerpo. Ella es sensual, parece sacada de un libro de “La sonrisa vertical”. Irradia un erotismo que me puede. Seguro que es una mujer liberada e independiente, y no como yo rodeado de estos dos zopencos. Quiero salir de este pozo negro, quiero dejar atrás mi etapa de transexual, quiero operarme, quiero ser mujer y quiero parecerme un poco a ella. Quizás algún día me arme de valor.

Pero, ¡qué morro tiene!, mírala, la tía del cuarto, aquí sentada y como si nada. Llevo varios meses planificando una cita con ella y no he conseguido la más mínima reacción. Si no quiere ligar para qué viste tan provocativa. Le he escrito infinidad de mensajes de Whatsapp, porque la boca lo dice casi todo pero el teclado de un móvil no se queda atrás. Y aquí, pegaditos y ni me mira. Ni siquiera un gesto imperceptible en su cara. Desgraciada. La bombardeo con miradas lascivas. ¿Pero es que no le gustan los hombres versátiles y pansexuales como yo?

¡Jo! La del cuarto está llamando a emergencias…Ojalá y no vengan a rescatarnos, así me quedaré toda la vida jugando al Fornite. Seguro que cogeré las mejores armas, entraré en los edificios por el tejado y mi puntería se hará inmejorable. Todos me querían matar pero mira, no, he sido yo el que se ha cargado al enemigo, y es que era un vagazo, vamos. Menudo desafío, yo solito he derribado a un guardia y luego lo he rematado con el pico. ¡¡¡Toma!!!

La que suscribe, propietaria del cuarto A, para más señas, podría añadir en mi defensa algún detalle sobre mi vida, mi aspecto, mis fobias, mis tirrias y sobre lo posible, lo improbable y lo imposible, pero me niego. Hay relaciones vecinales que a veces pueden ser, como mínimo, extrañas e inesperadas, aunque no creo que coincidamos los vecinos del primero y yo en el ascensor, teniendo en cuenta que llevamos años planteando en las reuniones de la comunidad su instalación y, precisamente, son ellos los que siempre votan en contra.


 


28/03/2022

Comentarios

  1. Ya el título es tentador. La situación creada y el lugar invitan a elucubrar. El desenlace es interesante.

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