Nunca me gustaron los insectos. No es miedo, es repulsión, es asco, es fobia, quizás no llegue a trastorno psicológico, pero se acerca bastante; así pues, si me das a elegir, al igual que Rosalía en la entrega de los Goya 2019, versionando a los Chunguitos: “Me quedo contigo”. Me quedo contigo, Kafka, aprovecho la oportunidad literaria que me brindas, y en mi metamorfosis particular “elijo ser hombre”. Después de cuarenta años siendo mujer, sé lo que me digo. Quiero ser hombre de la cabeza a los pies. Abrí los ojos pasadas las siete de la mañana, me esperaba un día arduo de trabajo. Salí de casa, deprisa, dejando a mi mujer y a mis hijos en plena vorágine de desayunos y preparativos matutinos. —Buenos días señor Montes, ¿café, té? —Gracias, Lorena, pero he parado en un Starbucks y me he tomado un café acartonado para no perder ni un segundo, porque creo que hoy el día está movidito. No olvides reservar cena en nuestro restaurante de moda. Mi nombre es Javier Monte