Nos unió el colegio de monjas, nos separó el destino y el azar quiso que, después de medio siglo, una encontrara a otra y, así, hasta treinta que, inicialmente, formamos el grupo de entrañables amigas de la infancia, y, por ende, el grupo de WhatsApp correspondiente, cuyo asunto es Jurásicas trinitarias.
Nos damos los buenos días, las buenas tardes, noches y que sueñes con los angelitos. Te levantas y ya tienes ochenta mensajes. Los abres porque estás esperando uno de tu hijo que vive en Japón, pero no, son de las amigas del cole, que te desean que Dios te bendiga y que pases un bonito día. Como casi todas son abuelas, te inundan de fotos de sus nietos en cumpleaños, travesuras y graduaciones varias.
Al llevarnos tan bien, nos hemos apuntado a un curso de “Patrimonio: Conozca su ciudad” y aprovechamos las excursiones para ponernos al día de nuestras vidas. ¿Cómo estás Asunción?, y tu nieto, ¿hizo ya la primera comunión? Dolores, te veo bien, debes animarte y que la depresión no pueda contigo. Macu, no paras, hija, que si vas de crucero, de balneario, Por cierto, ¡qué pena lo de María Jesús!, ¿cómo fue?, ¿de qué murió?…. No me digas… con Lola tan reciente, da como respeto, ¿verdad?
Yo, cuando escucho estas conversaciones, rio para mis adentros. Qué ilusas todas. Dicen que Las jurásicas trinitarias se han visto mermadas. Pues que se preparen para lo que viene.
Llegado a este punto, lo confieso: a María Jesús y a Lola, me las he cargado yo. Me las cargué por pesadas y entremetidas y porque eran las más activas en el grupo de whatsapp, me fastidiaba todo de ellas, eran felices y compartían, hasta el hartazgo, sus experiencias. Cuando ellas abandonaron este mundo, disminuyeron, en más de cuarenta, el número de mensajes diarios. Qué alivio.
Se acabó. Lo tengo claro, la siguiente será Macu. Es la más moderna del grupo, pues no va y dice que, a los setenta y cinco años, liga por Tinder. Es que la odio. No la puedo soportar. La envidia me corroe. Va para diez años que murió mi difunto esposo y yo sigo aquí entera, o como en este caso se diga, y ella coqueteando en un apps de citas. Voy a contratar a un mercenario a sueldo para que se la cargue, aprovechando uno de sus encuentros románticos. ¿Cómo van a relacionarme, si yo soy una de sus grandes amigas y estaré llorando a lágrima viva? Voy a empezar ya a ensayar lo del llanto, para que cuando llegue el momento, me salga natural. ¡Bua! ¡Bua!
En estas estaba yo, cuando sentí palmaditas en el hombro. Toñi, Toñi, que te has quedado traspuesta. ¿Por qué lloras? Cálmate. Ya hemos llegado a la catedral y vamos a hacer cola para subir a la torre—dijo… Macu guiñándome un ojo.
Me desperté sobresaltada, estaba dentro de un autobús repleto de amigas dinosaurias y, las presuntas difuntas, María Jesús y Lola, revoloteaban pizpiretas y sonrientes, haciendo miles de fotos para mandarlas al grupo y que así tuviéramos un recuerdo imborrable de la excursión. Con disimulo y estupor comprobé que no era una asesina.
Armas una buena historia actual, divertida y con ocurrencias frescas mezcladas vln ese género de asesinatos disparatado. Nos metes en la piel de su protagonista hasta el desenlace.
ResponderEliminarMuy buen relato, conjugas el humor crítico y la realidad más abrumadora. Ingenioso en el argumento y el desenlace: perfecto
ResponderEliminarTus relatos son de una frescura y alegría que siempre hay que buscar un ratito para leerlos😉.
ResponderEliminarGenial!!! Como siempre
ResponderEliminarCómo siempre Yayo muy bueno y con su puntito malevolo
ResponderEliminarGracias por hacerme sonreír Charo...
ResponderEliminarFantástico..con tu gracioso toque único ✌️😘😍
ResponderEliminarMe encanta el relato y me he reído mucho. Grande Yayo✨
ResponderEliminarEs ideal, tiene un puntito malo y a la vez gracioso.
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