Después de tres cubatas lo tuve claro: urdiría un plan para pillar infraganti a mi ruin y miserable acosador.
Mi nombre es Ana Ruiz Martín. Soy hija y nieta de letrados, todos en mi familia se han dedicado durante generaciones a la abogacía; así es que, cuando terminé el Grado, ya casi tenía apalabrado el mejor bufete para realizar mis prácticas: Arturo López, abogados. La experiencia podríamos calificarla de desastrosa y humillante.
Ayer, nerviosa y emocionada, me dirigí a iniciar mi personal rodaje en el mundo de la legislatura. No me podía ni imaginar lo que me encontraría. Don Arturo me esperaba en la puerta de su despacho. Era un tipo gris, enjuto, pelo escaso y corto, de piel negruzca, gruesa, llena de pliegues y con una halitosis repugnante. Tras un saludo protocolario, ya empecé a notar que su mirada era libidinosa, incluso me llegó a rozar con gestos lascivos y sus comentarios tenían un toque obsceno y grosero.
Salí del despacho derrotada, avergonzada y con paso lento y pesado. Todos mis compañeros, jóvenes con grandes ambiciones, miraban apenados y cómplices, pero acobardados; no llegaron a pronunciar palabras de consuelo, aunque se imaginaban lo que había ocurrido dentro de esas cuatro paredes acristaladas. No se lo reprocho. Aquella oficina modernista, de iluminación led, mobiliario ergonómico y tenue hilo musical parecía un cementerio viviente.
Hoy he llevado a cabo mi plan. Esta mañana, al ser reclamada nuevamente a su despacho, entré simulando naturalidad. El olor se me hizo nauseabundo. Allí estaba, con su traje chaqueta a medida y su mirada sobreactuada. Todo en él, repulsivo. Se tocaba suavemente mientras comentaba que yo era muy atractiva. Rozó su asqueroso cuerpo contra el mío, me besó baboseando y, sin más preámbulo, dijo que si no me acostaba con él, sintiéndolo mucho, rescindiría nuestro contrato de colaboración.
En ese justo momento, abrí la puerta y… allí estaban todos mis compañeros, con estruendosa algarabía, aplaudiendo con frenesí, porque nuestra conversación había sido grabada con mi móvil que, a su vez, estaba conectado, vía Bluetooth, con la megafonía del lujoso edificio.
Victoriosa, abandoné la oficina y me fui al bar de la esquina a desayunar café bien cargado, tostadas y un ibuprofeno, porque los tres cubatas me aclararon la mente pero me cerraron el estómago.
18/01/2022
Cargado de detalles, se aprecia un texto donde se nos anuncia desde el primer instante lo que se pretende sin quitar en ningún momento el interés por él. Consigues el efecto por las frases; unas descrptivas, otras muy precisas. La temática es muy actual.
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