Me llamo Cuca, Cuca Racha, a lo Jame Bond pero en plan insecto. Comparto con el agente 007 que también soy inglesa, pero nada más. Dicen que resulto asquerosa y repulsiva, lo que no mencionan es que tengo poder, soy capaz de hacerme con la cocina de una vivienda en un abrir y cerrar de ojos. Caracterizada y con mucha ilusión me presenté al podio y fui eliminada porque, por lo visto, lo mío no era original. Un tal Kafka había escrito una novela corta en la que el protagonista Gregorio Samsa se había transformado en un enorme insecto, con forma de cucaracha y… no, no. Y no. Ese insecto era un escarabajo, que en este gremio nos pasa como a los chinos: entre nosotros nos diferenciamos. Qué incultura. Yo tengo forma plana con patas grandes y Gregor era cualquier cosa menos plano: era convexo en ambos lados, vientre y espalda y sus patas, pequeñas. Pero me descalificaron, así que vuelta a pensar.
Me vestí de paso de cebra, era fácil, la verdad, solo debía llevar grandes líneas anchas paralelas pintadas de blanco alternando con otras de color oscuro, para simular la carretera. Quería reivindicar el civismo y la educación vial, el respeto a las normas y la obligación de ceder siempre el paso ante los peatones. El jurado dijo que era soso y ninguno se paró a mirar, también me cedió el paso pero hasta la puerta y otra vez descalificado y a empezar de nuevo.
Después vino lo del sin techo. Me llevé Un mes sin lavarme, la ropa la llevaba raída y en un carrito metí mis escasas pertenencias. Pero al jurado tampoco le gustó la idea, les resultaba incómodo, preferían mirar para otro lado. Sentían pavor. No tuve aceptación ninguna.
Un amigo muy preparado en estos menesteres me comentó que tanto nuestra sociedad como el jurado, valora algo más impactante. Me dijo que la verdad está ahí fuera, fuera de nuestro planeta y que tienen más aceptación los extraterrestres, robots humanoides o los aliens, que los terrestres propiamente dichos. Me sugiere que deje los insectos, los pasos de cebra o los sin techo, con sus mensajes subliminales, y me sitúe en una luna de un planeta gigante gaseoso, desconocido y anillado. Me dice que vaya de marciano. Con diligencia, me agencié mi avituallamiento y me transformé en un
hombrecillo verde, calvo y con unas antenas en la cabeza. La sorpresa me la llevé cuando me percaté de que los componentes del jurado, al verme con esas pintas, sonrieron sarcásticamente. Detrás venían perfectamente ataviados: Chubaca y La Cosa. No me dejaron ni dar una vuelta a la pasarela.
04/04/2021
Relato de ficción y mucho más, las referencias a las películas y el desenlace humorístico también.
ResponderEliminarComo siempre ingenio, alusiones de interés, guión con detalles irónicos y una expresión cohesionada y sin desperdicio. Buena elección temática.
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