Con el derecho siempre procuro mirar para otro lado porque lo tengo desviado hacia adentro. Desde pequeño me enseñaron que, para disimular ese ojo torcido, cambiara la dirección de la mirada y que así se centraría un poco. Yo, a pesar de este defecto visual, quería ser actor y, tras muchos años de estudio y preparación, me presenté al primer casting. Estaba nervioso porque era consciente de mi hándicap, así es que concentré toda mi atención en transmitir una mirada intensa, profunda y centrada. Finalmente no superé la prueba. En un breve y escueto mensaje me refirieron que, lamentándolo, buscaban a alguien con estrabismo, porque esa mirada dispersa es la que se adaptaba a papeles de jurado en concursos, vigilante e, incluso, examinador. Yayo Gómez 22/01/2020