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Mostrando entradas de enero, 2020

59. El casting

Con el derecho siempre procuro mirar para otro lado porque lo tengo desviado hacia adentro. Desde pequeño me enseñaron que, para disimular ese ojo torcido, cambiara   la dirección de la mirada y que así se centraría un poco. Yo, a pesar de este defecto visual, quería ser actor y, tras muchos años de estudio y preparación, me presenté al primer casting. Estaba nervioso porque era consciente de mi hándicap, así es que concentré toda mi atención en transmitir una mirada intensa, profunda y centrada. Finalmente no superé la prueba. En un breve y escueto mensaje me refirieron que, lamentándolo, buscaban a alguien con estrabismo, porque esa mirada dispersa es la que se adaptaba a papeles de jurado en concursos, vigilante e, incluso, examinador. Yayo Gómez 22/01/2020

Ana TOC. (Finalista Premis Literaris Constantí-Tarragona 2019 de “Relats d’escola”)

Mi vida es un infierno. Hay personas como Chavela Vargas, en su desgarradora versión, que repiten acciones, ella “volvía y volvía a sus brazos otra vez”, o Miliki con su “así planchaba, así, así”. Pues mi mente sigue esa tónica, mi mente abarca toda una gama de repeticiones y comprobaciones: cuento y recuento escalones, lavo y relavo manos, ordeno y reordeno, miro y remiro, cierro  y recierro botes y un sinfín de cosas que hacen que mi vida sea un desbarajuste continuo.      Creo que empezaré por el principio. Me llamo Ana Selles y, como ocurre casi siempre, tanto mi padre como mi abuelo también se apellidan Selles, pero ambos tienen por nombre Otto y, aunque suene un poco a guasa, los dos son argentinos y psicólogos. Yo, soy cordobesa y, fiel a la tradición familiar, soy Psicóloga Clínica. Los tres tenemos en común varios aspectos vitales. Aparte del ADN, los tres somos digamos que inusuales, quisquillosos y maniáticos en extremo.      No tenemos culpa que, desde el momento d

57. Cambio de vida

No podía dejar de llorar cuando me dejaste por mi mejor amiga. Me deprimí, perdí el apetito y me dolía todo el cuerpo de rabia y reproches. Pasaba noches enteras en vela, recordando tu incipiente calva, tu prominente barriga, tu mirada clara y tu arrollador desenfado sexual. Ha pasado un año y el azar ha querido que nos reencontremos. Ibas caminando con ella y con un cochecito doble de bebés, armándome de valor me acerqué, para no negaros el saludo, y observé a dos preciosos gemelos que, entre berridos, solicitaban de nuevo su toma. Fue dejar a la ruidosa familia y contactar con mi psicólogo para anular el tratamiento. De repente, me sobrevino una sensación de sosiego, tranquilidad y unas ganas indescifrables de viajar. Yayo Gómez 14/01/2020

Diario de Josefa Márquez (Finalista del V Certamen de Relatos Cortos Asociación Cultural Recreativa Embrujo Malagueño ACREM)

18/01/1969 . Me casé, a las 8 de la mañana, con un vestido negro, porque llevaba luto por mi madre, y a las 11 ya estaba harta de estar casada. Parece una afirmación rotunda y tajante, pero tiene su explicación, porque al salir de la iglesia pegué un resbalón, caí de bruces y a mi flamante marido le dio un bochornoso ataque de risa, me ridiculizó y, desde entonces, no lo soporto. Ya en la puerta de la iglesia le pregunté a D. Feliciano, el cura que nos casó, que si me podía dar la nulidad, el divorcio, o lo que fuera. Él me respondió que la nulidad iba, previo pago, por el Tribunal de la Rota y que para el divorcio debía esperar hasta 1981 a la ley de Fernández Ordóñez. Le pedí que me confesara porque había cogido tirria a mi marido, pero él me sugirió ir al médico de cabecera, que estaba más preparado en patologías. Cuando le conté todo al doctor, yo creo que no captó claramente mi mensaje, pero me recomendó escribir un diario para mitigar el rencor que me inundaba. Mañ