Me llamarán para que
baje a cenar en familia.
—¿Ya estás arreglada para la velada? Ponte el
vestido rojo que tan bien te sienta, —comentaban mis padres en tono
distendido y protocolario.
—Un momento —respondí, haciéndome a la idea de que
otra noche sucedería lo mismo.
Me pregunto si ha llegado el momento de ingresarlos. Vivimos
en un piso de protección oficial y la única escalera que se podría bajar es la
que conduce a la calle.
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