El hombre que amé se ha convertido en fantasma, desde que le conocí
me enamoré ciegamente de él. Se llamaba Miguel y nos casamos a los dos meses.
Yo le adoraba, le veneraba, la guisaba, le planchaba; vamos, que era como su
chica para todo, desde mayordoma a amante sumisa.Cuando murió, renací
entre mis cenizas y, por fin, fui feliz. Notaba en casa algunos sonidos raros y
objetos que se desplazaban solos, pero no le di importancia, hasta que un día,
ya en la cama, vi que algo o alguien se desplazaba con una sábana blanca.Entonces caí en la cuenta: Miguel, no se quería ir, se había convertido en
fantasma y otra vez me la quería pegar, así es que, sin pensármelo dos veces, a
lo que fuera le pegué un escobazo y, al día siguiente tiré la sábana al
contenedor.
30/05/2019
Dos imágenes claras y el humor en el desenlace me hace percibir la ironía.
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