Ordenó sin pestañear que se iniciara un diálogo tranquilo y sosegado entre los asistentes. El grupo era variopinto, pero todos tenían en común la ansiedad, la intranquilidad y la pérdida de control.A las dos horas de reunión, la gente estaba cada vez más cansada y se intranquilizaba por momentos. Sentían la necesidad urgente e imperiosa de comunicarse con personas ajenas y distantes.Cuando la terapia se dio por finalizada y, a medida que pasaban por la puerta de entrada, se les iba entregando sus correspondientes teléfonos móviles.

12/02/2019
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