Era una niña muy delgadita, alta y pizpireta. Según su abuelo, el taxista, llegaría lejos, ese espabilo pro metía, por eso le pusieron su nombre con z, para hacerlo más internacional. Con sangre alicantina y ovetense. Ya apuntaba maneras en el bachillerato, enamorándose de su profesor de literatura, con el que se casó por lo civil. Al poco tiempo se divorció. Licenciada en Periodismo, terminó en la plantilla de Televisión Española, Tuvo suerte porque la pequeña pantalla en prime time es una ventana abierta al mundo y también, porque alguien que, por su belleza, le podría haber hecho la competencia: Pilar Rubio, se incorporó al espectro televiso unos años después. En definitiva, que el principito se enamoró de esa republicana, intrépida y vivaracha periodista, que ya mostró su gran potencial cuando el día de la pedida, ataviada de Armani y con mechas recién puestas, se atrevió, entre sonrisas, a comentar a su amado: “Déjame hablar”… Estas dos palabras, pronunciad