—Hola, Paqui, ¿estás sentada? Tengo un notición que te va a dejar de piedra. —Rosa, me asustas. Cuenta, cuenta… —Estoy desolada, abrumada y hundida, es lo peor que me ha pasado en mi vida, Paqui. Pedro…, Pedro me ha dejado por otra. —¿ Cómorrrrr? —Pues no va y me dice que “ya no le pongo”. Y yo, tan tonta como siempre, no sabía que era eso de poner. —Qué pardilla eres, hija, a ver si sales más allá de la cocina. Significa que no le excitas, que no le gustas. —¡Qué jodío! Pues sí que le gustaba la tortilla de papas que le hice ayer para la cena, y después de zampársela casi entera, dice que me deja. ¡Qué horror! Mi vida se acabó. Siempre he estado a su lado; creía que éramos una pareja feliz, estable y normal. Con dos hijos muy sanos y una casa ya pagada. ¿Qué más se puede pedir? —Rosa, en confianza, ¿alguna vez te has planteado si a ti te pone él? —Pues mira, ahora que lo dices, no me pone desde hace treinta años. Cada tres sábados, lo hacemos, y más concretamente d