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Mostrando entradas de octubre, 2020

98. Déficit de atención

  “Me gustan las mujeres de corte y confección”, con esta contundente y escueta frase mi abuelo ponía el colofón a todas las trifulcas familiares. Era su frase de referencia y resumía su forma de entender la vida. Cuando él mostraba su altanería, mi pobre abuela le miraba con una expresión contenida y seguía haciendo la faena doméstica que tuviera entre manos.      “Muerto el perro, se acabó la rabia”, esa frase no la refería mi antecesor, esa la dije yo misma el día de su entierro. Día en que mi abuela, a las tres de la tarde, cogió a nuestro perro Lucky, un dulce pastor alemán, y sin comida hecha ni mesa puesta, nos dejó plantados a todos y se fue a vivir sola a El Bosque, a un chalet en medio del campo, de dudosa legalidad urbanística.      Por una parte nos quedamos preocupados porque era la primera vez que ella, pese a sus años, iba a vivir sola, pero por otra, la veíamos tan feliz, ten exultante y tan liberada, que pensábamos que era un regalo que el destino le tenía preparad

99. Mala suerte

Siempre como nuevos. Siempre blancos y brillantes tendrá sus dientes si los deja en manos de Dentilux. Esa era la publicidad de la afamada franquicia. Sin dudarlo acudí a que me hicieran un presupuesto de todas las piezas defectuosas que tenía. Como el pago era por adelantado, trabajé duramente para conseguir el dinero. Llevé con algo de vergüenza mis numerosas mellas durante tres meses. Cuando por fin llegué a la consulta para estrenar mi nueva sonrisa, me sorprendió la puerta cerrada y una escueta nota que decía: ”Dentilux ha quebrado. Disculpen las molestias”.   15/10/2020

Gotelé mental (Texto publicado en el Nº 43 de la revista Speculum, del Club de Letras de la UCA)

Durante el confinamiento he vivido sola. Me he encontrado conmigo misma a medio camino entre mi cuerpo, el salón, mi mente y   la cocina. Tenía subidas y bajadas de ánimo: me atiborraba de chocolate, me conectaba, me crispaba, me conectaba, me emborrachaba, me conectaba, me polarizaba... La angustia y la ansiedad se apoderaron de toda mi existencia. Después del largo día me iba a la cama tropezando con los muebles y con las sílabas. Había dejado de ser el pim, pam, pum real de todo el mundo y solo los veía por videoconferencia con los labios pintados de rojo carmesí y vestida de cintura para arriba, como los presentadores del telediario. Como si nada ocurriera. Intentando simular la normalidad. Al principio todo eran risas. La pantalla se había convertido en casi la única ventana al mundo. Frente a las calles desiertas, frente al terror del aislamiento y frente al yo, me, mi, conmigo , tenía que buscar, desesperadamente, a los demás en el monitor.   Bendito wifi salvador, que,

100. Sorpresa

Ya estoy en casa. Vuelvo pletórico de mi viaje.. Solo hay algo mejor que ir de viaje y es… volver: tu rutina, tu casa, tu cama, tu tortilla simplona para la cena y tu sofá. Observo con estupefacción que la llave se atasca en la puerta, que una voz ajena comenta desganada que la casa está ocupada y que para cualquier reclamación me ponga en contacto con sus abogados.   20/10/2020

97. El muro

  Nos han mandado en la escuela taller que hagamos una pared de ladrillo que llegue hasta el cielo.   Era el primer día de clase pero el azar quiso que perdiera el autobús y llegara tarde. Sin llamar la atención entré en el aula en el justo instante en el que planteaban el reto. En principio me quedé patidifuso con la propuesta, me imaginaba un muro en plan muralla china pero casi infinito y en vertical. Según nos contaban los monitores, nos facilitarían todos los materiales que fueran necesarios. Lo tuve claro: un ladrillo, otro ladrillo y otro… Los demás compañeros pararon   casi a los dos metros de muro, pero yo seguí y seguí. De lejos los divisaba y oía como en susurros: para, para y no sé qué de cielorraso, seguí y seguí, hasta que me encontré con un señor barbudo y como de otra época. Se presentó como Pedro y   me dijo: “pero criatura qué haces aquí, esto es el cielo y es imposible llegar si no te mueres” a lo que respondí: “Pues quizás estoy aquí porque yo no sabía que era impos