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Mostrando entradas de julio, 2024

ME MORÍA POR ÉL

Hace muchos, muchos años, allá por la era terciaria, yo era una niña buena. Estudiaba y me educaba en un colegio de monjitas, que también eran muy buenas: sor Carmen, con sus sermones; sor Rosa, con sus maneritas; sor Josefina, con su armonio.   Al salir a mediodía coincidíamos con los niños del cercano colegio de curas. Ellos no eran tan buenos y nos pintaban con tiza una cruz, casi indeleble, en el uniforme azul marino. Entre el grupo de aspirantes a  asaltantes callejeros estaba él. Él no era como los demás, él era tranquilo, tierno, dulce y romántico. O, al menos, así me lo había inventado yo. Un viernes por la tarde, para mi sorpresa, no sé ni cómo consiguió el número, llamó a casa. Desde un teléfono fijo, ahora de estilo retro, colocado en el comedor y rodeada de toda la familia que estaba merendando, hablamos por primera vez. Me latía el corazón desaforadamente, me temblaban las piernas…Creo que me moría por él. Quedamos para ir al cine Imperial, a las cinco de la tarde

De cómo la policía arruinó mi carrera literaria

Yo antes era una asesina psicópata sexual. Mi vida se columpiaba en un tiovivo de sensaciones extremas. Después de cargarme al monitor de pilates, al repartidor de Amazon y al vecino ruidoso del segundo B, y con la policía pisándome los talones, decidí cambiar mi destino. Opté por pasar desapercibida y mezclarme con gente normal, gente de bien. Me apunté al directo mensual de Rosa Montero. Quería alejarme de mi pasado, así que no tuve más remedio que aprender sobre el narrador omnisciente, el monólogo interior y hasta el realismo sucio. La adaptación al grupo resultó perfecta. Era una más. Mi vida pasada se convirtió en una fuente inagotable de inspiración. Este mes tocaba redactar algo cuya protagonista fuera la primera persona que me encontrara al salir a la calle y que incluyera dos sustantivos elegidos al azar al abrir un libro. Toda obediente, con “hombre, excursión y playa” me ha resultado fácil y he escrito sobre ese viaje del IMSERSO a Salou, en el que maté a un jubilado de Ast