Los Figueroa de la Cruz, Marqueses de la Balconada y mis padres, para más señas, son una pareja de alto standing , ricos en patrimonio y blasones. De forma natural, han seleccionado su especie durante generaciones. Son de aspecto escandinavo, pero oriundos de Cáceres. Ellos y los Borbones, muy a mi pesar, elevan la altura media nacional. Quizás por ser la primogénita de la familia, quizás por compartir como morada la misma casa palacio, quizás por vivir en primera persona el grado cero de empatía de mis ascendientes, o quizás por todo ello, siento la necesidad de relatar mi vida. Según me cuentan, cuando nací mis congéneres se quedaron perplejos y estupefactos. ¡Oh, Dios mío! decían, ¡qué morena!, ¡qué cabeza!, ¡qué cetrina!, ¡qué pequeña! Para romper el hielo, mi tía Asunción de la Cruz López-Aguirre, murmuró: no preocuparos, hasta la duquesa de Alba tuvo un hijo rechoncho y moreno. Aunque, entre sonrisas irónicas refirió comentarios acerca de que era hijo de un bailaó flam