No paran de preguntar por mí. Todo viene de que el otro día en la playa me encontré una lámpara y, cual Aladino, di rienda suelta a mi imaginación. Consciente de que era atrevido e imposible, le pedí hacerme invisible para saber lo que la gente opinaba y hablaba de mí. Mi deseo se cumplió y ahí andan todos interesados por mi ausencia. Nunca imaginé que una lámpara del IKEA pudiera producir esos efectos. Yayo Gómez 29/09/2020