Nunca me gustaron los insectos. No es miedo, es repulsión, es asco, es fobia. Quizás no llegue a trastorno psicológico, pero se acerca bastante. Así pues, si me das a elegir, como cantaba Rosalía en la entrega de los Goya 2019, versionando a los Chunguitos: “Me quedo contigo”. Me quedo contigo, Kafka. Aprovecho la oportunidad literaria que me brindas, y en mi metamorfosis particular “elijo ser funcionario”. Después de cuarenta años siendo autónomo, sé lo que me digo. Quiero ser funcionario de la cabeza a los pies, con oposiciones aprobadas e interminables desayunos de café con leche y tostadas de pueblo. Para mí, sufrido trabajador por cuenta propia, sería como una golosina celestial, despertar a las siete de la mañana, notar la nariz taponada y el pecho algo cargado, coger el teléfono y, sin un ápice de remordimiento, simplemente decir: “Hoy no me encuentro bien, dile a Antonio que no voy”. Y colgar. Así, como quien pone fin a un episodio de Netflix, porque ya mañana conti...
Debo reconocer, Joan Manuel Serrat, que resolviste con acierto el tema de la lluvia. Para ti fue fácil decir: “Llueve, detrás de los cristales, llueve y llueve...”. Al calor de la chimenea, cantabas lo que serías capaz de dar por una sonrisa. Mi realidad urbana es bien distinta, y temo no ser capaz de contarlo tan poéticamente como tú. Quiero que el relato que salga de este batiburrillo de ideas sea claro, breve y conciso. Lo justo. Porque pertenezco a la generación de los abuelos y, según dicen, las personas mayores somos pesadas, olvidadizas y, lo peor de todo, invisibles. Pero ese fatídico lunes decidí rebelarme ante tamaña injusticia. En pilates había conocido al hombre de mi vida. Fue amor unilateral a primera vista… mejor dicho, al primer olfato, porque lo que más me llamó la atención fue su olor al gel de baño Frescor Azul de Mercadona. Yo también lo usaba, y según el esoterismo, eso debía presagiar algo. Era un tipo que llegó al grupo con noviembre y decía que se iría ...